HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ
DE LINARES
DOM. 31 del t. o. C
3-Noviembre-2013
Año V- Nº 237
Editorial
POSTURA CRISTIANA ANTE LA MUERTE
En la carta pastoral en torno a la festividad de todos los santos y de los fieles difuntos, nuestro obispo Don Ramón nos recuerda que ambas celebraciones son una oportunidad para pensar serenamente en el tema de la muerte.
“Se teme a la muerte” dice el obispo, “porque se tiene miedo a la nada. No podemos aceptar que todo lo realizado durante el recorrido de la vida se borre y caiga en el abismo de la nada. Existe, además, la percepción de la existencia de un juicio sobre nuestras acciones, sobre cómo hemos gastado nuestra vida y tratamos de dejar limpia nuestra conciencia. En cierto sentido el afecto y oraciones con las que rodeamos a nuestros difuntos son como un modo de protegerlos para que sus equivocados pasos en la vida queden sin efecto y, sus obras buenas, prevalezcan”. Y es que esta inquietud frente al fin de la vida en la tierra es común a todos los seres humanos. Lo que nos hace diferentes a los cristianos es precisamente la respuesta que damos frente a este hecho.
Como ejemplo de esta respuesta, Don Ramón recuerda las palabras del Cardenal Spidik, que Benedicto XVI pronunció en su funeral en 2010: “Durante toda la vida he buscado el rostro de Jesús, y ahora estoy feliz y sereno, porque me voy a verlo”. Sin ninguna duda, esta es la verdadera respuesta de un cristiano ante la muerte, una respuesta de esperanza y de deseo de plenitud en el encuentro definitivo con aquél en el que creemos.
Además, esa forma de ver la muerte da sentido a todo el sufrimiento que nos encontramos en nuestras vidas o que afectan a tantos seres humanos a nuestro alrededor, ya que “[…] Todo alcanza un gran valor, desde la perspectiva de nuestra futura vida eterna, si las acogemos con paciencia y acertamos a unirlas a la Cruz de Cristo. Asociados a su Pasión, podemos lograr que nuestra existencia toda sea muy fecunda, en cualquier momento de su recorrido, como ofrenda agradable a Dios.”
Y es que, como recuerda el mismo Prefacio de Difuntos en la liturgia, “La vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo”.
Palabra de Dios
Primera lectura. Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.
Segunda lectura. Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 ‑ 2,2
Hermanos:
Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima.
Palabra de Dios.
Evangelio. Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra del Señor
Vivir en la Iglesia
VIVIR EN CONFLICTO
La Iglesia, como toda institución humana, está compuesta por seres humanos, cada uno con su personalidad, con sus virtudes y sus defectos, con sus manías y sus bellezas… tal como corresponde a aquello que está en manos del ser humano.
Si esto ocurre en una familia normal, no podemos extrañarnos que ocurra en una institución como la Iglesia con 20 siglos de existencia.
Que haya conflictos en la Iglesia es absolutamente normal y bueno, pues es en los conflictos donde se crece, donde nos podemos dar cuenta de las equivocaciones y de los fallos. Ahora bien, lo que ya no es correcto es cuando el conflicto se saca de contexto y nos dedicamos a hacer ciencia ficción y montamos batallitas, como las que se montan a cada momento. Un ejemplo concreto es lo que en la actualidad anda por las redes, donde se alerta diciendo que la mafia vaticana busca liquidarse al Papa Francisco.
Ya dijimos que este año íbamos a dedicar una sección de nuestra hoja a acercarnos a nuestra Iglesia justamente desde uno de los ángulos más comunes a todos y que menos se quiere mostrar: el de los conflictos que suelen darse en la vida.
Estos conflictos que han venido dándose a través de los siglos en la Iglesia, que han supuesto momentos de oscuridad, han hecho que se avance y salga la luz con más fuerza; al acercarnos a este ángulo vamos a tener posibilidad de acercarnos a todas esas leyendas callejeras a las que todo el mundo hace alusión sin haber sido capaz de acercarse y enterarse exactamente de lo que ocurrió.
Para que podamos ubicarnos vamos a comenzar nuestra reflexión desde el mismo comienzo en que Jesús comenzó la predicación del evangelio y se rodeó de su grupo de apóstoles. Después vamos a ir dando pasos y veremos que el conflicto es como la sombra del que va caminando en la historia.
Ve y lo cuentas
HALLOWEN
Parece mentira que cuanto más nos adentramos en eso que llamamos “modernidad” más recaigamos en ciertas actitudes que son más propias de tiempos primitivos. Ya sabemos todo lo que se ha montado en torno a la festividad de los santos y los fieles difuntos, mezclándola con la fiesta de Halloween. Poca gente sabe en realidad en qué consiste esa tradición celta que procede de países anglosajones: es una conmemoración de la festividad precristiana en la que los antiguos celebraban un momento, coincidiendo con el final del verano, en el que los muertos podían, según ellos creían, pasar al reino de los vivos, por lo que aprovechaban para invitar a los propios familiares fallecidos, a la vez que trataban de ahuyentar a los espíritus dañinos. Más tarde, con el cristianismo, la Iglesia quiso darle el sentido a esa costumbre desde la perspectiva de la resurrección.
Está claro que el tema de la muerte es un filón comercial, pero da pena ver que en vez de afrontar respuestas maduras a su sentido, caemos en el “estrambotismo” y en la superstición, en respuestas más propias de los tiempos de las cavernas. Y el problema es que quienes más se sienten atraídos por esa forma de ver la muerte, como algo “paranormal”, misterioso, son nuestros niños. Por eso, ¿no será mejor sentarnos con ellos precisamente en estas fechas a explicarles el porqué de nuestras mejores tradiciones o a hablarles de nuestros mayores que ya no están con nosotros desde la perspectiva de la esperanza de la resurrección?
Esto no vende
La Iglesia en estos días celebra dos grandes verdades que están en la base de nuestra fe: LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS y la RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS.
En la primera, la celebración del día uno, proclamamos al mundo que Dios nos ha hecho santos y que tenemos la capacidad de transformar, no solo nuestras vidas, sino el mundo entero y a ello estamos llamados.
La segunda celebración, la del día dos, proclamamos al mundo que nuestra esperanza está basada no en cosas inmediatas, sino que va mucho más allá de los horizontes terrenos: estamos llamados a vivir en plenitud todas las posibilidades que Dios ha puesto en nuestras vidas; además, sostenemos la certeza que nos da la resurrección de Cristo: la resurrección no es algo que hemos de ganarnos con nuestro esfuerzo, es ya un triunfo conseguido por Jesús, que nadie nos puede quitar. Es nuestro horizonte, lo único que tenemos que hacer es vivir como santos, de acuerdo al nuevo Espíritu que Él nos ha dado.
En esta semana
- Día 4- 6 pm. Reunión padres de 1º
- Día 5- 6 pm. Reunión padres de 3º
- Día 6- 6 pm. Reunión padres de 2º
- Día 7- 6 pm. Reunión padres de 4º