La Cabria, nº 222


HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
DOM. 6º Dom. de Pascua-C 
5 de mayo 2013 Año V- Nº 222

Editorial

En los últimos años el número de matrimonios (tanto civiles como eclesiásticos) ha descendido dramáticamente, con el consecuente descenso también de la tasa de natalidad. 

Con frecuencia se exponen múltiples razones sobre porqué los jóvenes no se casan. Se suele decir, por ejemplo, que es muy caro casarse. Bueno, en realidad lo que es caro es invitar a cientos de personas, por el compromiso, a 60€ el cubierto, por aquello de quedar bien. Casarse por la Iglesia, por poner un ejemplo, en realidad es gratis, salvo que quieras colaborar con el mantenimiento (que se debería), en cuyo caso la diócesis sugiere un donativo voluntario de 150€. Se suele argumentar también lo difícil que lo tienen los jóvenes por el paro y la precariedad laboral. Además, eso lleva como consecuencia añadida lo difícil que es acceder a la vivienda en propiedad. 

A nuestro entender, este grave problema del empleo y de la vivienda entre los jóvenes, sin embargo, puede enmascarar una inversión en la escala de valores que los novios deberían tener en cuenta. Si unos novios se imponen como requisito para casarse trabajar ambos y, si es posible, con contrato fijo, tras haber comprado y amueblado con todo lujo de detalles el piso o la casita adosada, probablemente se exponen, en el mejor de los casos, a casarse con treinta y tantos y tener los hijos a una edad en que la naturaleza ya empieza a lanzar alarmas. Nosotros desde esta editorial quisiéramos poner en valor esas parejas de novios que dan el salto sin red, que optan por poner su amor y su proyecto de familia por encima de la seguridad, de la casa propia, del coche, del convite a todo tren o del trabajo de sus sueños. No pasa nada por vivir de alquiler, por dejar para más adelante lo de la casa, el coche, las vacaciones, un trabajo más seguro, porque lo importante es que llegado el momento en que dos personas se conocen lo suficiente y quieren pasar el resto de sus vidas juntos, hay que poner esa decisión por encima de todo lo demás que esta maldita sociedad de consumo parece querer imponernos.

Palabra de Dios

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29 

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. 

Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barrabás y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud. 

Lectura del libro del Apocalipsis 21,10-14. 22-23 

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios."Brillaba como una piedra preciosa, como Jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero. 

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 23-29 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 71

El Dios amigo de Abraham 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Los hombres a quienes Lot les había dado alojamiento, dijeron a Lot: Saca de este lugar a tus hijos e hijas y a quien quiera que tengas en la ciu-dad, porque Yahveh nos ha enviado a destruir este lugar. Salió Lot y habló con sus yernos, y les dijo: «Levantaos, y salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la ciudad» Pero sus yernos lo tomaron a broma. 

Abraham: Me contó mi sobrino Lot que, al rayar el alba, los ángeles (Dios mismo), le avisaron diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran»; y como Lot se hacía el remolón, los hombres les asieron de la mano lo mismo que a su mujer y a sus dos hijas y sacándoles los dejaron fuera de la ciudad. (Gn. 19,12 y ss.) 

Christian: Así fue, amigo Abraham. Me vas a permitir que te ruegue me digas tu diálogo con Dios, tratando de salvar los habitan-tes de Sodoma y Gomorra. 

Abraham: Sí. Me atreví a en-frentarme con mi amigo Dios. Le abordé y le dije: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Si hay 50 justos ¿los vas a borrar junto con los malvados? El juez de toda la tierra ¿va a cometer tal injusticia?» 

Christian: ¿Y qué te dijo Dios? 

Abraham: Lo que yo esperaba: Me dijo: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos». Y así fui bajando hasta diez, pero no había ni diez justos. Entonces Dios arrasó aquellas ciudades, con todos sus habitantes y la vegetacíon del suelo. 

Christian: Hay cosas que no entiendo, por lo que seguiremos el próximo día. 

Abraham: Muy bien. Trataré de clarificarte algunas cosas, pero así pensábamos entonces cómo actuaba Dios.

Ve y lo cuentas

Recuerdo en nuestro pueblo a nuestro párroco de toda la vida que, cuando nos veía a mi mujer (mi novia entonces) y a mí cogidos de la mano, en misa o dando un paseo, nos decía con una enorme sonrisa: “sois signos de la presencia del Reino de Dios en la Tierra, no lo olvidéis”. Ahora yo veo a otros novios, puedo ponerles rostro porque a veces también los veo en misa enfrente de mí, a veces cogidos de la mano, y también siento que muestran el camino del Reino de Dios. A ellos y a todas esas parejas de jóvenes cristianos que tratan de poner los pilares de su proyecto de familia en marcha, les deseamos mucho ánimo, esperanza y fe en el futuro.

Lo que no vende

Es curioso y a la vez tristísimo ver cómo nos lavan el cerebro con esas series americanas (o españolas de imitación de las americanas) en las que las relaciones de pareja se trivializan hasta niveles de lo absurdo. Al parecer, nos cuentan que esto ya ha calado en nuestra juventud hasta la médula. Lo que a mí me resulta más increíble es que en estas relaciones el sexo es lo más normal del mundo, que te puedes liar con alguien la primera noche sin apenas saber su nombre, que puedes dejarlo y volver con él o ella cuando te o le apetezca, pero eso sí, decirle un simple “te quiero” es como dar un paso abismal en la relación que más que menos te compromete de por vida. Como empezar una casa por el tejado, vamos.