HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ
DE LINARES
ASCENSIÓN DEL SEÑOR. C
12-mayo- 2013 Año V- Nº 223
Editorial
MARÍA, EN EL MES DE MAYO
Tradicionalmente el mes de mayo está dedicado a la Virgen, devoción que con el paso de los años ha ido cargándose de ritos, celebraciones y fiestas que si bien el pueblo las hace con amor sincero a la Madre, si se queda solo en esto, es una pobre experiencia de fe.
No se trata de acudir a Ella para obtener su protección por realizar determinadas penitencias o rezar regladas oraciones. La devoción a María tiene que abrir al cristiano al proyecto de Dios al mundo, y no recluirlo sobre sí mismo y sus circunstancias.
El mes de Mayo tiene que servirnos para acercarnos a María como madre de Jesucristo, primera discípula de su Hijo y modelo de auténtica creyente.
En la Virgen tenemos la aceptación fiel, obediente y libre de la voluntad de Dios.
Oremos con el Magníficat, encontraremos a una Mujer comprometida con los que padecen el dolor y la pobreza, comprometida desde el principio con el Reino de Dios.
El mes de mayo, además coincide con la Pascua, aquí La encontramos viviendo las experiencias de la Resurrección con los primeros discípulos. No los dejó solos en su miedo, en sus temores y compartió con ellos la alegría del triunfo, siempre en un plano discreto, pero sosteniendo al grupo, sin protagonismos, siendo fiel a Dios y manteniendo y dando un ejemplo de servicio como su Hijo lo entendía.
Fue la primera cristiana, porque en la unión de María con el Redentor se inicia el proceso que culmina en el nacimiento de la Iglesia. Y por eso la consideramos Madre de la Iglesia. En este hermoso mes donde la vida parece estallar por todos sitios, acerquémonos realmente a María y nos colocaremos en el punto central, para descubrir el misterio de Cristo y acogerlo.
Palabra de Dios
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Conclusión del santo evangelio según san Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto. » Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 72
Abraham, intercesor de Sodoma y Gomorra.
Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham, te decía el día anterior que no comprendo que Dios castigue por igual a los jusros y a los pecadores.
Abraham: Yo creo que, ante las grandes tragedias y calamidades que convulsionan a grandes y pequeños, a justos y pecadores, el hombre, y creo que especialmente el creyente, se pregunta: ¿por qué?
Christian: Cierto; también hoy nos seguimos preguntando: ¿por qué?
Abraham: Ten presente que han pasado siglos. En la mentalidad popular, en mis tiempos, ya existía la creencia de que Dios castiga el pecado de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Ez. 20,5). Recuerdo que cuando Jesús curó al ciego de nacimiento, le preguntaron: ¿Quién pecó, este o sus padres?
Christian: Entonces eso es lo que quiere decir el proverbio: los padres comen agraces y los hijos sufren dentera (Ec. 18,2-4)
Abraham: Exactamente, pero yo, como creyente, no lo admití nunca; pues me planteaba el problema de forma distinta. Mi pregunta era: ¿qué pesa más ante Dios, la maldad de la mayoría o la santidad de unos pocos?
Christian: Esta es la razón por la que tú, amigo, intentaste jugar otra carta: la de la discusión con tu Dios.
Abraham: Y lo intenté porque siempre he estado lleno de confianza y optimismo en la fuerza del bien y, por tanto, en la generosidad divina.
Christian: Te convertiste en mediador entre Dios y aquellos pueblos pecadores; pediste a Dios que los perdonara, pero, al no encontrar 10 justos, Sodoma y Gomorra fueron destruidas.
Abraham: Cierto: así nos lo han transmitido los mayores. Christian: Amigo entrañable, Dios manndaría después a su propio Hijo, Jesucristo, como único mediador y salvador de todo el género humano. Jesús vino a quitar el pecado del mundo y a formar un pueblo de santos (Jn. 1,29).
Diálogo en familia
Os proponemos siete frases para ponerlas en práctica en familia: estamos seguros que mejorará el clima de convivencia.
1. Te amo. Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga: “Te amo”. Atrévete a decirlo a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho. Verás el resultado.
2. ¡Qué bien lo has hecho! En la familia cada miembro tiene una cualidad o habilidad que merece la pena el reconocimiento: todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que nos reconozcan algún logro.
3. ¡Gracias! Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que decirle ¡gracias! ¡Qué poco se lo decimos a las madres! Pero no lo hagas de forma mecánica sino con calor humano.
4. ¡Perdona, me he equivocado! Decir esto no es fácil. Sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: ”Perdóname”.
5. ¡Ayúdame, te necesito! Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o la necesidad que tenemos de otros, estamos en un grave problema. No te deprimas. ¡Pide ayuda!, son muy importantes las palabras.
6. Te escucho..., háblame de ti. ¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia háblame, te escucho?, ¿qué te pasa? Tal vez muchos problemas y malentendidos se resolverían si tan solo escuchásemos lo que nos tratan de decir.
7. ¡Eres fenomenal! Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuánto significan ellos para ti. Que lo sepan y que lo saboreen.
Lo que no vende
Efectivamente, estas frases, no se venden porque no tienen precio, pero en la sociedad que tenemos tampoco venden, parecen que han pasado de moda y abundan más situaciones como ésta:
En esta semana
- Día 16 - 4.30 de la tarde. Confesiones de niños de la 1ª comunión.
- Día 17 - 4´30 de la tarde. Ensayo de la ceremonia.