La Cabria, nº 360

HOJA PARROQUIAL DE
S. JOSÉ DE LINARES
DOMINGO –XXVIII- DEL T.O.
9 de octubre de 2016
Año -IX- Nº 360

EDITORIAL

SERES DE CUERPO Y ALMA

¿Sabemos que somos cuerpo y alma? ¿Y que el cuerpo es lo que envuelve el alma? En la Teoría de la Evolución del hombre (de Darwin), en la que se defiende que venimos del mono, solo se habla del envoltorio, de la parte física, de lo que llevamos al gimnasio para estar mejor. La creación del ser humano a la imagen y semejanza de Dios se plasmó y nos hizo hijos suyos, cuando nos incorporó el alma dentro de nuestro cuerpo, para amarnos, como Él nos ama.

El alma es el regalo que Dios nos ha dado, y lo que nos diferencia de los animales.

¿Cuánto tiempo ocupamos en cuidar el cuerpo? ¿Y cuánto el alma? 

Cuando nos hacen un regalo, el envoltorio debe ser bonito, pero lo importante es el regalo en sí.

Nuestra alma es eterna, es a la que debemos llenar de amor, y es de la que deberemos de dar cuentas algún día ante Dios.

¿Y el alma de nuestros hijos y de nuestra familia? ¿La cuidamos? ¿Cuánto tiempo le dedicamos?

La catequesis pretende alimentar el alma del amor de Dios:

A.- La de comunión es la Escuela del amor. B.- La de Confirmación, es la ESO del Amor. C.- El Grupo de COM y la Posconfirmación, Universidad del amor.

Y la vida en sí es donde curtimos tanto amor recibido. Porque recuerda: no se puede dar lo que no se tiene, y Jesús de dar amor, sabe mucho.

El aprender a amar no tiene fecha límite, nunca es suficiente. De hecho las familias se rompen por falta de amor, la violencia es falta de amor, los niños y jóvenes se sienten solos en casa por falta de amor; es decir, por falta de DIOS, que es puro amor desinteresado.

Desde nuestra parroquia se intenta ayudar a las familias. ¿Qué te preocupa de tus hijos? ¿Qué se te hace doloroso? ¿Qué te supera? Si quieres, compártelo en las reuniones de padres, con D. Melitón. Te ayudará.

PALABRA DE DIOS 

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 14‑17 

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. 

Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: 

—«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de 

Israel. Acepta un regalo de tu servidor.» 

Eliseo contestó: 

—«¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.» 

Y aunque le insistía, lo rehusó. 

Naamán dijo: 

—«Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.» 

Palabra de Dios 

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8‑13 

Querido hermano: 

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. 

Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. 

Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. 

Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. 

Palabra de Dios 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 11‑19 

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: 

-“Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.” 

Al verlos, les dijo: 

-“Id a presentaros a los sacerdotes.” 

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. 

Éste era un samaritano. 

Jesús tomó la palabra y dijo: 

-“¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?” 

Y le dijo: 

-“¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!”. 

Palabra del Señor 

NOS HABLA EL PAPA 

La Exhortación apostólica está dividida en 9 capítulos comenzando por un análisis de la realidad tan compleja que se da con respecto al tema. Comienza exponiendo el hecho de que los aportes que han hecho los padres sinodales ha venido a resultar una especie de puzle impresionante o, como dice textualmente: un “precioso poliedro” que debe ser respetado, pues la realidad no es lo mismo en un sitio que en otro, por tanto, “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones del magisterio”. Por lo tanto para algunas cuestiones “en cada país o región se deben buscar soluciones más inculturadas, atentas a la tradiciones y a los desafíos locales. De hecho, “las culturas son muy diversas entre sí y todo principio general (…) tiene necesidad de ser inculturado, si quiere ser observado y aplicado”. 

Esto es muy importante que se tenga en cuenta porque no es la misma comprensión la que se tiene de la vida y de los problemas en cada una de las partes de este mundo; porque estas cosas no se pueden globalizar. 

ECOLOGÍA Y FAMILIA 


En el Evangelio de hoy sólo uno de los diez sanados se volvió para dar gracias a Jesús. 

El mundo donde vivimos es un regalo hecho por Dios a los hombres; cada amanecer es una nueva oportunidad para volvernos hacia Él y agradecerle la naturaleza tan maravillosa que nos rodea. Pero no, nos creemos con el derecho de destrozar la Creación que se nos ha brindado mediante el consumismo salvaje y el desprecio a la persona; a creernos dueños patéticos de los bienes, sin reconocer que lo que nos sobra y tiramos no era nuestro, sino de otras personas a quienes le falta hasta aliento para reclamar. 

El Papa Francisco, en su Encíclica “Laudato si, mi Signore”, nos recuerda la torpeza de nuestro proceder, que nos lleva a la destrucción del paraíso en el que vivimos. 

Pero diremos lo de siempre: ¿Qué puedo hacer yo? ¡Eso es cosa de los políticos y los dirigentes mundiales! 

Por lo pronto tener cabeza y no consumir más de lo que sea imprescindible, comenzando en la Ecología Familiar, en la de nuestra propia casa, en nuestro entorno más cercano, sin entrar al trapo de “comerse al mundo”, no vaya a ser que nos quedemos sin él. 

No dejo de recordar la famosa crisis, en donde nos animaron primero a ser jugadores de acciones, sin tener ni idea de cómo se manejaban; de meter el dinero en donde te daban grandes beneficios, sin conocer quien lo movía; fue el primer zarpazo a la estabilidad familiar. Después nos creímos que con una firma podíamos tener las casas y los pisos que quisiéramos, sin pensar cómo se pagarían, y no solo uno, sino dos o tres, para poder comprar y vender al día siguiente para obtener beneficios al instante. Pensaba: si las personas invertían todo su dinero en inmuebles, no le quedaría para el resto de necesidades, con lo cual las fábricas dejarían de vender y entrarían en perdidas, por lo que sobraría personal que iría al paro, y no podría pagar las viviendas adquiridas, que al final no valían tanto. Nos dejamos arrastrar por tanta mentira. 

Mi padre nunca tuvo casa propia, porque simplemente no tenía dinero para comprarla, y fue feliz, y formó una familia feliz, en donde nos hizo apreciar cada instante de la vida. 

Salvando diferencias, lo sucedido me recuerda una de las tentaciones que Satanás propuso a Jesús. 

Pero volviendo a la Ecología Familiar, animo a pensar en nuestro consumo diario, comenzando por la electricidad: ¿tenemos que estar cada uno en una habitación con un ordenador o TV, con una estufa o ventilación y las lámparas correspondientes? ¿Tenemos que comer cada uno a una hora, para calentar varia veces la comida? Se llama compartir el tiempo. 

¿Tenemos que comprar un móvil a cada niño, por muy pequeño que sea para que pueda presumir? ¿Tenemos que ir a la última moda? ¿No nos vale la penúltima moda?