La Cabria, nº 310

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES
CORPUS CHRISTI –B-
7-JUNIO-2015
Año -VI- Nº 310

Editorial

Este domingo tenemos de nuevo al Señor en nuestras calles. Un año más podemos celebrar lo que sin duda es una de las ceremonias más emotivas de nuestro año litúrgico.

Sacar al Señor por nuestro Linares es, en sí, un motivo orgullo. El Señor pisando las calles que nosotros pisamos cada día. Hacemos, además, una profesión pública de fe que, tal y como están los tiempos, no nos viene mal a nosotros mismos ni a la sociedad en la que vivimos.

Y sacar en procesión al Señor hecho pan transmite un precioso mensaje que propone la Iglesia a todo el mundo: aquí está el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo, en medio de nosotros, para todos nosotros.

El Corpus Christi es, por estos y otros motivos, una hermosa tradición que, a lo largo de la historia de la Iglesia ha supuesto una oportunidad para que los cristianos mostremos lo mejor que tenemos, nos pongamos nuestras mejores galas y acompañemos al Señor.

Precisamente es desde esa perspectiva histórica y desde esa costumbre nuestra de querer adornar exteriormente lo que más queremos desde donde se puede comprender lo que, de otra forma, sería bastante contradictorio. Nos referimos a que no podemos pasar por alto que en la procesión del Corpus hacemos una ostentación de signos externos que, en principio, para nada cuadra con el estilo de Jesús.

El hijo pequeño de uno de nosotros, hace un par de años, mientras le explicábamos lo que significaba el Corpus, no parecía muy atento, pero hizo una pregunta muy sencilla viendo la custodia: “Papá, ¿todo eso es de oro?”.

No sabemos bien cómo se verá el Señor en medio de tanta ostentación ni parafernalia, pero que al menos nosotros no perdamos la perspectiva ni nos dejemos encandilar por lo accesorio.

Palabra de Dios

Lectura del libro del Éxodo 24, 3‑8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: -“Haremos todo lo que dice el Señor.+

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:

-“Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.+

Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: -“Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.”

Palabra de Dios

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11‑15

Hermanos:

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.

No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.

Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.

Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Palabra de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12‑16. 22‑26

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: -“¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”

Él envió a dos discípulos, diciéndoles: -“Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”

Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.”

Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -“Tomad, esto es mi cuerpo.”

Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.

Y les dijo: -“Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.”

Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor

El Papa dice

Constantemente oímos decir cosas que no tienen sentido, como el que los obispos son los primeros opositores al Papa… En definitiva hay mucha gente que desea ver la Iglesia dividida y convertida en un verdadero espectáculo desprestigiada ante el mundo. Es bueno que escuchemos lo que dice el Papa:

“Acepté con gusto el pedido de los Padres sinodales de redactar esta Exhortación”. Es decir: fueron los obispos los que le pidieron que hiciera el resumen de lo que ellos habían dicho y el Papa no solo lo hizo, sino que lo asumió como su programa de pontificado y entre los grandes proyectos que los obispos están viendo necesarios para enfrentar la reforma en la Iglesia el papa retoma los que él cree más urgentes: (16).

“He optado por proponer algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo. Dentro de ese marco, y en base a la doctrina de la Constitución dogmática Lumen gentium, decidí, entre otros temas, detenerme largamente en las siguientes cuestiones:

a) La reforma de la Iglesia en salida misionera.
b) Las tentaciones de los agentes pastorales.
c) La Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza.
d) La homilía y su preparación.
e) La inclusión social de los pobres.
f) La paz y el diálogo social.
g) Las motivaciones espirituales para la tarea misionera”.

Iglesia

En esta intensa temporada de comuniones y confirmaciones, la semana pasada mi familia y yo tuvimos la suerte de vivir una experiencia de Iglesia sencilla pero clarificadora.

Primero fue la confirmación de nuestra hija Lucía, en la Parroquia del Sagrado Corazón – El Pilar. Una ceremonia sencilla pero preparada con primor, en un templo atiborrado de gente joven. Un placer ser acogidos en una comunidad hermana. El obispo vino a recordar lo esencial del sacramento, sin parafernalias y sin rodeos, sin medias tintas. Estuvo grande. Nuestro párroco llegó empezada la ceremonia y tuvimos la sensación de que ya estábamos todos. Lo vimos subir al altar y yo pensé “Si, como dice el Papa, un cura tiene que oler a oveja, Melitón no ha olido tanto ni cuando las cuidaba en Solera”.

Al día siguiente estuvimos en la comunión de mi sobrino en Almuñécar. Un templo enorme, también lleno de gente. Un colectivo de catequistas volcadas en que todo saliera bien. Un sacerdote joven, muy joven, que desde su juventud sabe llegar al corazón de los niños y de sus familias. Tuvo un gesto muy bonito: en la acción de gracias dio las gracias al Señor por cada uno de los ¡36 niños! que hacían la comunión, uno por uno, mirándolos a cada uno a los ojos, sin mirar un papel. Un chico sencillo pero a la vez marcado por la ilusión de cumplir la misión de su ministerio.

En resumen, dos experiencias de Iglesia diferentes en lo exterior, pero iguales en el fondo. Y tres generaciones de hombres de Dios, Don Ramón, Melitón y el sacerdote joven, cada uno con su propio estilo pero todos ellos con la misma tarea: entregarse a sus comunidades y hacer presente a Cristo en su ministerio.

Esta semana

Nuestro agradecimiento a la Parroquia del Sagrado Corazón – El Pilar por la preparación de la confirmación de nuestros jóvenes. Nos sentimos como en casa.