La Cabria, nº 288

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ
DE LINARES
DOMINGO 2º Desp. de NAVIDAD –B-
4-Enero de 2015
Año VI- Nº 288

Editorial

Carta abierta de un padre a los Reyes Magos

Queridas majestades:

Aprovechando vuestra próxima festividad, me gustaría comentaros algo que, como padre, me ocurre cada vez que ésta se acerca.

Entiendo perfectamente el gesto que os hizo saltar a la fama, esa necesidad que sentisteis de responder a la llamada de algo que, aunque no entendíais del todo, sabíais que merecía la pena. Vuestra muestra de veneración al Niño Jesús fue un símbolo de reconocimiento de toda la Humanidad al Dios que acababa de nacer. Hasta ahí, todo genial.

El problema ha surgido cuando, no sé si por vuestra propia voluntad o porque otros os han cargado de esa responsabilidad, cumplís con la tradición de traer regalos a todos los niños y niñas del mundo en la fecha de vuestra efeméride. ¿Que dónde está el problema? En que la cosa se ha salido de madre, y lo que podría ser un gesto de amor se ha acabado convirtiendo en un “derecho adquirido” y, al fin y al cabo, en una transacción.

A mí me encantaría aprovechar estas fechas para hacerle un regalo a mis hijos, un regalo mío y de su madre, que fuera un símbolo de amor en unas fechas propicias a la alegría y a la generosidad. Y me gustaría que mis hijos lo entendieran como eso, como un gesto de amor de su madre y de su padre. Sin embargo, lo cierto es que dado que sois vosotros los que os encargáis de eso, cuesta bastante explicarles y que ellos entiendan cuál es el sentido del gesto.

Si no os importa, podríamos a partir del año que viene, tratar de compartir la responsabilidad de esto de los regalos. Nosotros, los padres, podríamos cargar con el gasto (y que los niños lo supieran, que no viene mal que se enteren de que el dinero no crece en las ramas de los árboles) y vosotros ser nuestros mensajeros, continuando con el gesto que tuvisteis con el Niño Jesús.

Esperando que mi propuesta os agrade, recibid un cordial saludo.

Palabra de Dios

Lectura del Libro del Eclesiástico 24, 1 4. 12 16

La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo.

Abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades.

En medio de su pueblo será ensalzada y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.

Entonces el Creador del Universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.

Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás.

En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me estableció; en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder.

Eché raíces en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.

Palabra de Dios.

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3 6. 15 18

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales, en el cielo.

Ya que en Él nos eligió, antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia, por amor.

Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo, conforme a su agrado; para alabanza de la gloria de su gracia, de la que nos colmó en el Amado.

Por lo que también yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama y cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 1 18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y acampo entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Palabra del Señor.

El Papa ha dicho

Ya vimos dos números anteriores cómo el Papa pedía que el cambio que la iglesia ha de dar no es solo a nivel individual, sino colectivo y las parroquias han de ser motores de cambio.

Para que todo esto que nos pide el Papa pueda hacerse real, es necesario que lo asumamos todos, desde el Papa, pasando por el obispo, los sacerdotes y cada uno de los miembros de la comunidad. Esto es una obra de todos y en el momento en que alguien se quede anquilosado, se convierte en una rémora y en un obstáculo en el camino y en la misión que se le ha encomendado a la iglesia. “Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado”

El gran problema que puede venirnos es el miedo al fracaso y a perder lo que hemos conseguido; esto nos paraliza y nos lleva a tomar actitudes defensivas que nos indisponen contra todo por aquello de que “más vale malo conocido que bueno por conocer”; frente a esta tentación, el Papa nos invita: “Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades”. Indicando que: “Las obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu” y de la presencia de la verdad en todo aquello que hacemos.

Ve y lo cuentas

Sube a nacer conmigo,
dice el poeta Neruda.
Baja a nacer conmigo,
dice el Dios de Jesús.
Hay que nacer de nuevo,
hermanos Nicodemos
y hay que nacer subiendo desde abajo.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre,
todavía hay Navidad.
Desconcertados por el viento del desierto
que no sabemos de donde viene
ni adonde va.
Encharcados en sangre y en codicia,
prohibidos de vivir
con dignidad,
sólo este Niño puede salvarnos.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre,
de Navidad en Navidad.
Siempre de noche
naciendo de nuevo,
Nicodemos.
“Desde las periferias existenciales;”
con la fe de Maria
y los silencios de José
y todo el Misterio del Niño,
hay Navidad.
Con los pobres de la tierra,
confesamos
que Él nos ha amado hasta el extremo
de entregarnos su propio Hijo,
hecho Dios venido a menos,
en una Kenosis total.
Y es Navidad.
Y es Tiempo Nuevo.
Y la consigna es
que todo es Gracia,
todo es Pascua,
todo es Reino.

Pedro Casaldáliga

Hacer familia



En esta semana

Día 7: reunión padres de 3º
Día 8: reunión padres de 1º