La Cabria, nº 290

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES
DOMINGO 2º T.O. 
18-Enero de 2015
Año VI- Nº 290

Editorial

DISCERNIMIENTO

Ante el nuevo ataque del fundamentalismo islamista a la sede de la revista “Charlie” como expresión del objetivo que tiene marcado la yihad islámica contra todo lo que sea cultura occidental caben hacerse varias reflexiones sobre lo que estamos viviendo.

Lo primero que deja fuera de juego es la doble medida que suele tener la sociedad actual a la hora de enfrentarse a los hechos: estamos viendo todo lo que se está haciendo en el mundo islámico contra los cristianos y nadie dice una sola palabra, incluso los que dicen que no todos son iguales, estoy seguro que así es, pero estoy esperando que los que no son ni piensan igual, se levanten y rechacen esa aberración. 

Yo me pregunto: ¿qué dirían todos los que hablan de libertad y tolerancia si un grupo cristiano se le ocurriera hacer algo parecido? Incluso es curioso: se hace un atentado como el de estos días, como el del 11S o el 11M y no se habla del Islám, sino de los fanatismos religiosos… Es más, hay gente que inmediatamente saca a relucir las cruzadas para compararlo, como cuando se habla de las catedrales construidas sobre mezquitas, pero no se dice dónde se construyeron las mezquitas, que fue precisamente sobre los muros de antiguas basílicas cristianas. Ahora se ha atacado a un medio de comunicación y se ha puesto el grito en el cielo

Uno de los grandes problemas que está teniendo nuestra sociedad es precisamente aquello que decía el filósofo de la antigüedad, Aristóteles: “lo que distingue al hombre del resto de los animales es la capacidad de discernir entre el bien y el mal”, pero a la vista de los acontecimientos y de las actitudes que se defienden, habría que decir que cuando el hombre pierde esa capacidad y, peor aún, cuando renuncia a ella, se convierte en el animal más peligroso de la tierra pues su capacidad de general mal es enorme.

Palabra de Dios

Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b‑10. 19

En aquellos dias, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: 

‑«Aquí estoy.» 

Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: 

—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» 

Respondió Elí: 

—«No te he llamado; vuelve a acostarte.» 

Samuel volvió a acostarse. 

Volvió a llamar el Señor a Samuel. 

Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: 

—«aquí estoy; vengo porque me has llamado.» 

Respondió Elí: 

—«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» 

Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. 

Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: 

—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» 

Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: 

—«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”» 

Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: 

—« ¡Samuel, Samuel!» Él respondió: ‑«Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

Palabra de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c‑15a. 17‑20

Hermanos: 

El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo.

Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. 

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? 

El que se une al Señor es un espíritu con él. 

No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.

Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo! 

Palabra de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35‑42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: 

—«Éste es el Cordero de Dios.» 

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: 

—«¿Qué buscáis?» 

Ellos le contestaron: 

—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» 

Él les dijo: 

—«Venid y lo veréis.» 

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: 

—«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).» 

Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: 

—«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor

El Papa ha dicho

Refiriéndose a la imagen que proyecta la iglesia el Papa nos dice que ha de ser la expresión viva del amor misericordioso que acoge, busca a los que se han perdido y ofrece el perdón y la salvación y por eso dice: “Que nadie encuentre la frialdad de una puerta cerrada”. 

Entre las puertas que se pueden cerrar, una de ellas es la del perdón, cuando por encima de la misericordia ponemos el derecho y la ley y, por la misma razón, excluimos de la participación en la vida de la iglesia a todos los que han tenido algún problema convirtiendo la Eucaristía en un premio para los “perfectos” (según la ley): “La Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles.” 

El Papa sigue haciendo una reflexión a la vista de la actitud que suele tenerse en la iglesia y que es la que a simple vista aparece y que todo el mundo percibe y critica pensando que acercarse a la iglesia es contar con el “NO” como principio y es porque: “A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como los facilitadores. Pero la iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” 

Con el afán del perfeccionismo legalista podemos caer en un anquilosamiento y en una deshumanización extraordinaria que nos convierte en algo obsoleto, anacrónico y fuera de lugar, por eso el Papa lo dice con fuerza: “Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.” 

PARA REFLEXIONAR 

PARADOJAS DE NUESTRO TIEMPO: 

Tenemos muchas cosas, pero sentimos que nos faltan muchas más y somos menos felices, pues la codicia nos ciega. 

Por lo mismo, gastamos más, pero cada vez tenemos menos y sentimos más necesidades; compramos más y hay mucha gente que tiene el síndrome de “comprar”, pero cada vez gozamos menos. 

Tenemos casas más grandes, pero las familias son más pequeñas; tenemos más comodidades, pero menos tiempo para disfrutarlas. 

Tenemos más títulos y diplomas de cursos realizados, sabemos más cosas, pero cada vez hacemos las cosas peor, tenemos menos sensibilidad, ponemos menos cariño en lo que hacemos, tenemos menos conocimiento real de las cosas y menos juicio del bien y del mal. 

Cada vez estamos más avanzados en la medicina y sin embargo, cada vez se muere más gente sin que se le atienda con dignidad y con una salud más deteriorada. 

DESEAMOS EN ESTE AÑO… 

1. - Que seamos capaces de ver y asumir los errores que cometimos el año pasado y nos dispongamos a enmendarlos. 

2. – Vive, disfruta, y valora lo que haces. No actuemos por inercia o movidos solamente por el dinero 

3. - Respeta a las personas a las que sirves. Si eres profesor, considera a tus alumnos como tu gran obra a realizar. Si eres alumno, valora el esfuerzo de los que intentan abrirte horizontes. Si eres servidor público, siente que esos a quienes sirves son tus benefactores, los que han puesto su confianza en tus manos. 

4. - Seamos conscientes de nuestras limitaciones y no queramos encubrir nuestra ignorancia, la incapacidad con malos gestos a los que tenemos a nuestro alrededor. Es preferible y denota grandeza el aceptar la limitación y dejarse ayudar. 5. – Cuidemos nuestro lenguaje y nuestras formas; no por ser espontáneos y duros somos más sinceros, vamos a conseguir más ni se nos va a respetar más.