La Cabria, nº 254



HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES
8º DOM. T. ORDINARIO–A-
2-MARZO.-2014
Año -VI- Nº 254

Editorial

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 

«Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9).

¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros. La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. 

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». ¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. 

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso.

Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal.

Palabra de Dios

Lectura del Profeta Isaías 49, 14‑15 

Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.» 

-¿Es qué puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. 

Palabra de Dios. 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 4, 1‑5 

Hermanos: 

Que la gente sólo vea en vosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador lo que se busca es que sea fiel. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. 

Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. El iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece. 

Palabra de Dios. 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 6, 24‑34 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 

—Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. 

Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? 

¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. 

Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos. 

Palabra del Señor

Vivir en la Iglesia

Vivir en conflicto XVIII

Sin embargo, a pesar de que el mensaje va dirigido a los pobres y excluidos, cosa que les acarrea fuertes problemas con la misma ley, comienzan a darse cosas extraordinarias, entre la gente y esto les crea a ellos mismos confusión, pues la promesa de Cristo les desborda y no saben cómo manejar el hecho, no acaban de entender qué es lo que está pasando, mientras que la gente, al no entender, intenta aprovecharse y quiere tener la misma capacidad que tiene el mensaje de Jesús. Recuerdo cómo los políticos intentaban captar a los catequistas campesinos para sus partidos, ofreciéndoles dinero y puestos… cuando veían cómo hombres y mujeres que no sabían ni leer organizaban al pueblo y lo dirigían como verdaderos líderes. 

“Pedro le contestó: “¡Al infierno tú y tu dinero! ¿Cómo has pensado comprar el Don de Dios con dinero?”. Hch. 8,20 

El mismo Pablo, que era de los no creyentes, es derribado de su pedestal de seguridad farisaica en el que se encontraba y tuvo que sufrir una fuerte transformación de su esquema mental, social y hasta afectivo; este cambio de vida le llevó a vivir en absoluta inestabilidad e indefensión, apoyado únicamente por el espíritu de Jesús que lo sostenía: 

“Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y empezó a ver. Se levantó y fue bautizado”. Hch. 9,18 

Pedro, ahora, después de todo lo que había vivido al lado de Jesús, se lanza al vacío dando testimonio de lo que ha vivido y sorprendiéndose a cada momento de lo que ve que Dios hace a través suyo. Esto va haciendo que su misma vida dé un vuelco tremendo asumiendo ser un instrumento, aunque pobre, pero en manos del Señor: 

“Pedro, que recorría todos los lugares, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un tal Eneas, que era paralítico y desde hacía ocho años yacía en una camilla. Pedro le dijo: “Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla tu cama.” Y de inmediato se levantó. Todos los habitantes de Lida y Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor”. Hch. 9,32-35

Ve y lo cuentas

Miércoles de Ceniza: origen de la costumbre 

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios. 

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. 

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión. 

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria terrenal pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. 

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos, los hombres. 

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios y de ser, como nos dice el Santo Padre testigos del amor infinito y misericordioso de Dios con todos.

Lo que no vende

En la actualidad el ayuno y la abstinencia tendríamos que enfocarlos desde nuestra “actitud consumista”. Consumimos más de lo que necesitamos, nos creamos necesidades que no son básicas ni indispensables pero que nos esclavizan. Bienes que satisfacen nuestros sentidos, que nos proporcionan placer. Nos mueve el “tener” frente al “ser”. Ayunar significa decir NO, abstenernos de aquello que nos hace materialistas, hedonistas, egoístas, que nos encierra en nosotros mismos y que nos aleja de los valores evangélicos y de Dios, no es renunciar por renunciar. Es renunciar para amar.

En esta semana

  • Día 3 Reunión padres de 1º catequesis 
  • Día 4 Reunión padres de 3º catequesis 
  • Día 5 Reunión padres de 2º catequesis 
  • Día 6 Reunión padres de 4º catequesis 
  • Día 5 Miércoles de Ceniza 
  • Día 7- 6´30 tarde Celebración comunitaria del PERDÓN 
  • Día 8 -8 tarde: CENA DEL HAMBRE