HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ
DE LINARES
5º DOM. T. ORDINARIO–A-
16-FEBRERO.-2014
Año -V- Nº 252
Editorial
VIVENCIA DE LOS SACRAMENTOS
Tenemos que sentirnos animados por lo que el Papa está haciendo: empezar a catequizar al mundo sobre el verdadero significado del bautismo, pues no se trata de tener remojadas a unos millones de personas, sino BAUTIZADAS.
No se puede hablar de una fe en Jesucristo basada en un acto social, en una costumbre, en un rito, incluso, últimamente, hasta en una forma de venganza contra el esposo o la esposa: fastidiar al otro/a haciendo lo que no le gusta o detesta.
Es inconcebible celebrar un sacramento cuando falta la fe y el deseo expreso de lo que eso lleva consigo, aunque no se tenga una comprensión total de su significado.
En la hoja Nº249 decíamos que el Papa Francisco se ha tomado muy en serio la misión que le han encargado de renovar la Iglesia y ha empezado por donde hay que empezar: por la base: EL BAUTISMO que es puerta de entrada a la Iglesia y el Sí oficial que le damos a Jesucristo diciendo que estamos decididos a irnos con Él, a aceptar su proyecto del Reino, como proyecto para nuestras vidas.
En nuestra vida diaria nos vamos encontrando con posturas frente a esta realidad que te quedas alucinando, pues encima, se sienten con autoridad para decir barbaridades, como la escuchada en la tertulia en una radio, hablando justamente del Papa. Decía uno de los tertulianos que, para más desfachatez se confesaba católico, que el bautismo es la fuente que la Iglesia tiene que afianzar para subsistir económicamente y comparaba el bautismo con la afiliación a un partido político. Esto es, sencillamente, el colmo de la ignorancia. Las palabras de Jesús resuenan aquí como un eco muy fuerte: “No echéis las perlas a los cerdos…”
El Papa Francisco se expresa así: “El Bautismo es el sacramento en el cual se funda nuestra fe misma, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia. Junto a la Eucaristía y la Confirmación forma la así llamada «Iniciación cristiana», la cual constituye como un único y gran acontecimiento sacramental que nos configura al Señor y hace de nosotros un signo vivo de su presencia y de su amor”.
Palabra de Dios
Lectura del Libro del Eclesiástico 15, 16‑21
Si quieres, guardarás sus mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua, echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja.
Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.
Palabra de Dios.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 2, 6‑10
Hermanos:
Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos, para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.»
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu, y el Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios.
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 17‑37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
Os los aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado.
Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor.»
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
Palabra del Señor
Vivir en la Iglesia
Vivir en conflicto XVI
La semana pasada veíamos cómo la actitud correcta de los cristianos puso en tela de juicio los esquemas del sistema y su inquebrantable fidelidad los hizo plantearse su postura.
El Evangelio se convierte en elemento de transformación y de conmoción de todos los esquemas que se vienen manteniendo y trastorna el sistema que se ha impuesto, basado en otros valores; además rompe todas las barreras existentes y establece la fraternidad.
El fundamento del mensaje evangélico parte de la JUSTICIA y, por tanto, no admite que se atropelle la vida, ni que se explote a nadie, ni se le margine o se le imposibilite vivir con dignidad, por falta de alimento, vivienda, educación, salud… El mensaje evangélico se pone al lado de los pobres y es desde ahí donde organiza la sociedad; podríamos decir que se ubica en la periferia y de allí va al centro, cosa que no se hace en el sistema del mundo y de la economía y esta visión pone en guardia todas las alarmas:
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran .Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo. Y entre el gentío que acudió al oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos quedaron muy desconcertados” Hch. 2,4-6
El Evangelio se acerca e integra a los excluidos por la sociedad, los considera con la misma dignidad que los que el ambiente social ensalza por sus riquezas, sus títulos o su poder. En el esquema evangélico la grandeza no está en el “tener”, sino en el “Ser”. Esto creará fuertes contrastes y desequilibrios sociales.
“Pero Pedro le dijo: “No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.” Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó. Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empezó a caminar. Luego entró caminando con ellos en el recinto del Templo, saltando y alabando a Dios”. Hch. 3,6-8
Ve y lo cuentas
Hace mucho tiempo que venimos viviendo de las rentas y actuando por inercia, incluso hemos llegado a creer en nuestra dejadez que esto del mensaje de Jesús es un rollo inventado por los curas. Párate un momento y escucha lo que nos ha venido a recordar el Papa Francisco…
Primero, nos dice sobre la alegría del Evangelio: “En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”.
Si te paras un momentito, te darás cuenta que el ritmo en el que nos hemos metido nos tiene agobiados, cada vez se nos juntan más cosas, tenemos menos tiempo… pero vivimos más insatisfechos y, en consecuencia menos felices
Por otra parte, el gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.
Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.
Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.
Párate y piensa: ¿En qué tengo puesta mi ilusión, mi esperanza, mi tranquilidad…?