La Cabria, nº 247

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES, Nº 247
BAUTISMO DE JESÚS
12-Enero-2014

Editorial

El bautismo del Señor

Se nos ha acabado la Navidad, pero la liturgia no nos da lugar al aburrimiento. Una vez que hemos celebrado el “Dios con nosotros” esta semana nos ofrece una pista fundamental acerca de ese Dios.

El bautismo de Jesús que describe el evangelio de Mateo supone la primera manifestación completa de Dios, como Padre, Hijo y Espíritu Santo: "Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y he aquí que se le abrieron los Cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz del Cielo que decía: Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido". Con él comienza también la vida pública de Jesús, entendida como una vida al servicio del Padre que Él mismo confiesa al pobre Juan Bautista, que no entendía nada: “Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”. 

A nosotros también nos cuesta entender el gesto de Jesús acercándose a ser bautizado. ¿Cómo Él, siendo inocente, se pone en la fila de los pecadores para recibir un bautismo que te libera del mal? Pero este gesto encierra la mejor de las enseñanzas y una bocanada de esperanza para todos nosotros, porque esa decisión que Él toma libremente como un gesto de amor llevado al extremo (al final le costará la vida) consigue hacernos a nosotros merecedores del perdón de los pecados.

Palabra de Dios

Lectura del Profeta Isaías 42, 1‑4. 6‑7

Esto dice el Señor: 

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles. 

La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes, que esperan las islas.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas.

Palabra de Dios.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34‑38

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

—Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.

Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 3, 13‑17

En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.

Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: -Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?

Jesús le contesto: -Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.

Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:

“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.”

Palabra del Señor

Vivir en la Iglesia

VIVIR EN CONFLICTO -XI-

Como venimos viendo, el conflicto es connatural con la marcha de la Iglesia, y es precisamente en el conflicto donde se va curtiendo la fe y al mismo tiempo purificándose.

Vamos a ir viendo todos estos conflictos y cómo los primeros cristianos fueron resolviéndolos; esto nos puede servir para que nosotros nos planteemos frente a lo que nosotros tenemos y veamos qué actitud es la que estamos teniendo. 

Lo que no es aceptable bajo ningún punto de vista, es continuar dentro y colocarse en el otro lado, dispuesto a apedrear a los que se quedan luchando, a criticar y a decir lo que se tiene que hacer sin mover un dedo. Éstos siempre fueron funestos para la comunidad, estos son los “infiltrados” cuya actitud es demoledora, son la auténtica polilla de la comunidad que se mete dentro y la carcome.

Si cogemos el libro de los Hechos de los apóstoles y nos dedicamos a sacar todos los conflictos que allí aparecen, puede alguien creer que el libro fue escrito para dejar plasmados todos los conflictos, pero no es así; el libro fue escrito para narrar el nacimiento de la Iglesia con el anuncio del Evangelio y la fuerza del Espíritu Santo que les animaba a poner en práctica todo lo que habían aprendido de Jesús. 

El telón de fondo del inicio es el mismo que aparece en todos los 20 siglos de historia: el anuncio del Evangelio de Jesús y la lucha por el reino de Dios, que unas veces está lleno de luz y otras se opaca porque los hombres no somos ángeles y la luz se nos apaga y entonces salen a flote otras fuerzas que provienen del reino de las tinieblas.

En el cuadro hay como dos grandes focos: uno es la Palabra de Dios que entra en la historia e ilumina el camino transformando al pueblo y a los individuos que la acogen, y el otro foco es el pueblo, la multitud anónima que busca la verdad y desea ser transformada pero no acierta a encontrarla (Hech. 2,5-6, 37, 47; 3,9-10; 4,4. 21. 33; 5,1. 26…)

Entre estos dos focos es donde se dan todas las fricciones, los conflictos, las tensiones, los problemas…

Ve y lo cuentas

Mensaje del Papa en la Jornada Mundial de la Paz

“El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer.”

Lo que no vende

A vueltas con el aborto

Hay un aspecto en este debate que sobre al aborto se ha abierto en España que a algunos de nosotros nos resulta especialmente triste. Según dicen determinadas encuestas y a tenor de lo que se publica en algunos medios de comunicación, hay un porcentaje de personas que se consideran católicas que están a favor de una ley de plazos para el aborto. Eso supone el reconocimiento del aborto como “derecho” de la madre de disponer de la vida del feto durante un período que determinará el Estado. Pues parece entonces que se hace necesario recordar que la postura de la Iglesia no puede ser otra que la de defender la vida del ser más indefenso en todo este problema, que es el feto. Es cierto que es nadar contracorriente, ya que han logrado crear un ambiente en el que hasta las almas de la gente de bien parecen anestesiadas, en el que ocultamos con bonitos eufemismos y como un logro en la liberación de la mujer del yugo machista un acto bien simple: la aniquilación de una vida. Pero también parece difícil llamarse cristiano y mirar para otro lado.