La Cabria, nº 201

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
DOM. 3º Adv. C 
16-Diciembre 2012 Año V- Nº 201

Editorial

Benedicto XVI siempre quiere que vayamos a lo esencial, al centro de nuestra fe: Jesucristo. Y con Él al encuentro de cada persona, sobre todo de quienes sufren. Ante la polémica sobre lo escrito por el papa Benedicto XVI, aclaremos varias cuestiones:

1. En primer lugar, como el Evangelio, quiere que dirijamos la mirada a lo fundamental, y lo fundamental es que el Hijo de Dios se hizo hombre naciendo en Belén de Santa María la Virgen por obra del Espíritu Santo.

2. Jesús nace de una mujer, es verdadero hombre. Pero nace de María por obra del Espíritu Santo, sin intervención de varón, es verdadero Dios. Y esa intervención directa de Dios es signo del amor de Dios que acude en ayuda de la humanidad que no puede darse a sí misma un Salvador.

3. Estos dos puntos hacen que en el centro de nuestro belenes esté Jesús, acompañado de María, su madre, y de José, esposo de María. Jesús, María y José nos hablan de la importancia de la familia. Nosotros, como san José, podemos colaborar para que Jesús sea acogido en medio del mundo con credibilidad.

4. ¿Qué pasa con el pesebre? El pesebre, es el lugar donde se coloca el alimento. Jesús es colocado en el pesebre. De este detalle, el Papa nos dice que ya desde la Navidad estamos invitados a acoger a Jesús como “el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna”. Así cada belén nos ha de ayudar a valorar el gran don de la Eucaristía. 5. Y, ¿qué pasa con los animales? El Santo Padre comienza recordando algo que es verdad: en los evangelios no se menciona la presencia de animales. Pero continúa recordando que nuestros primeros hermanos acudieron a varios textos del Antiguo Testamento: Isaías 1,3; Habacuc 3,2; Éxodo 25,18-20. De la conjunción de estos textos resultó que se colocaran junto al Niño un buey y un asno (o mula). ¿Qué misión tienen? Brindan su protección, guardan y abrigan, al signo más grande de la presencia de Dios en medio del mundo: Jesús, Y al mismo tiempo que lo custodian, señalan su presencia.

Palabra de Dios

Lectura del profeta Sofonías. 3,14-18a

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 4-7. 

Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas. 3, 10-18. 

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: -Entonces, ¿qué hacemos? El contestó: -El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene y el que tenga comida, haga lo mismo.

Vinieron también a bautizarse unos publicanos; y le preguntaron: -Maestro, ¿qué hacemos nosotros? El les contestó: -No exijáis más de lo establecido. Unos militares le preguntaron: -¿Qué hacemos nosotros? El les contestó: -No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.

El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: -Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 51

Dios llama a Abraham

Gen.12,1-3: Yahveh dijo a Abram: «Vete de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición.  Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra.»

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo). Acabo de leer el texto anterior y supongo, amigo Abraham, que te quedarías de una pieza.

Abraham: La verdad es que sí me quedé sorprendido. En Harán (Jarán), en aquella ciudad caravanera, estaba ya instalado, llevando una vida de pastores, mitad sedentaria, mitad nómada. Una vida serena, después de haber dejado la expléndida Hur. Allí vivía con mi clan: mi mujer, mis servidores, mi sobrino Lot, mis ovejas hasta sentía cierta simpatía por el culto a la divinidad lunar Sin, patrona de la ciudad.

Christian: Y Dios te habló.

Abraham Sí, me habló. No sé decir cómo, ni cuándo ni dónde porque, en realidad, Dios habla al corazón. El gran acontecimirnto es la palabra de Dios dirigida al hombre.

Christian: Es maravilloso que tengamos un Dios esencialmente comunicativo. No le pasa como a los ídolos, esos dioses falsos que “tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen manos y no palpan, tienen pies y no caminan. Ni un solo susurro en su garganta” (Salmo 115).

Abraham: ¡¡¡Qué Dios tenemos, amigo Christian!!! Es maravilloso, aunque muchas veces incomprensible. Cuando me habló mi vida quedó como dividida por una espada cuando me ordenó: “Vete”.

Christian: Es lo mismo que hizo Jesús con Pablo en el camino de Damasco, el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. (Hech. 9,6:). Así actuó Dios con los profetas: con Elías (1 Re. 19, 15.19); con Amós 7,15; con Oseas 1,1-3. Siempre se trata de una orden expresada con las palabras “vete”; “anda”; “mira”; “levántate y vete a Nínive, dice a Jonás. También yo, amigo Abraham, he oído la voz del Señor Jesús, que es la misma voz del Padre: Yo creía que estaba buscando a Dios y terminaba dándome cuenta de que era Él quien me buscaba. Muchas veces, en los trances de oscuridad, en los días aciagos de pesimismo, en los amaneceres sin esperanza, ha resonado en mi corazón esa voz inconfundible, que me decía: anda, levántate, ánimo, confía que yo soy tu amigo y tu escudo. 

Abraham: Me alegro de que los dos conozcamos la misma voz. Habrás notado que esa voz, cuando se oye, es, a veces, muy exigente. Te esto nos ocuparemos el próximo día.

Denunciamos

Hemos respetado el duelo de las familias de las chicas que murieron en la trágica noche del 31 de octubre en Madrid, pero tenemos que denunciar la avaricia humana como causa de estas muertes inocentes y la irresponsabilidad y desvergüenza política como aliadas.

El dinero, siempre el dinero. Sacar la máxima tajada, hacer “la vista gorda” y hacer caja. Vender felicidad envenenada, “bombas en potencia” que alguna vez estallan, como en el caso trágico del Madrid Arena.

¿Y ahora qué? Habrá justicia o unos y otros se irán de rositas. Ya ven, nadie es responsable de nada, todos escurren el bulto, indecentemente se tiran “el balón” unos contra otros, ninguno se conocía, ninguno sabía nada, ninguno hizo nada mal, vaya que viene que ni pintado eso de “entre todos la(s) mataron y ella(s) sola(s) se murió(eron)”, y en este caso es trágicamente verdad. Y encima tienen la desfachatez de trasladar su “chiringuito” a otro sitio ante la indignación de la gente de bien.

Cinco vidas truncadas, cinco familias destrozadas, ciudadanos que nos sentimos impotentes, manipulados, escandalizados, engañados. Podremos celebrar realmente este tiempo de Adviento, de esperanza si nos proponemos cambiar nuestra pasividad por una denuncia activa desde los valores del Evangelio, como lo hizo Jesús.

Oración de Adviento

Somos pobres y esperamos tus dones.

Somos seres de frágil barro y esperamos al Alfarero.

Somos esclavos y esperamos al Libertador.

Somos pecadores y esperamos al que es la Gracia.

Despierta en nosotros, Señor, el amor a la verdad.

Suscita en noso­tros el espíritu de oración y de conversión.

Haz que salgamos peregrinos al encuentro del que es la Navidad.

Concédenos, Señor, lle­gar a la noche santa de la Navidad con un corazón renovado y lleno de fe, esperanza y caridad.

Ilumina nuestros pasos y haz que tu Luz sea nuestra luz.

Guíanos por el camino que conduce a Belén, para contemplar allí a tu Hijo amado y experimentar su presencia. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por siglos de los siglos. Amén.