La Cabria, nº 175


HOJA PARROQUIAL DE SAN JOSÉ
DE LINARES
DOMINGO de RESURRECCIÓN B
8 ABRIL-2012
Año -III- Nº 175

Editorial

LA CRISIS Y LA FAMILIA

Cristo ha resucitado y es muy importante saber descubrirlo en los hechos y en las personas en donde se presenta.

En los momentos que vivimos todos nos hacemos la misma pregunta: ¿Cómo pueden seguir tirando adelante ciertas familias? También en el extranjero se preguntan: ¿cómo es posible que un país como España pueda soportar cinco millones de parados y que la situación no reviente? Pues hay una respuesta que salta al escenario: La SOLIDARIDAD que se ha venido cultivando en la familia en la que todo era de todos y todo se compartía, en la que se hacía sentir como propio lo de cualquier miembro, sale a flote en los momentos duros y responde. Resulta que hay una enorme cantidad de personas que están teniendo que acudir a la familia, principalmente a los padres, para soportar la situación. Así, nos encontramos con jubilados dando de comer a sus hijos, yernos/nueras y nietos.

Por supuesto entendemos que esta situación es dramática y absolutamente indeseable, pero es una prueba de algo en lo que venimos insistiendo desde estas editoriales: la importancia de la familia como pilar fundamental de nuestra sociedad, de esos pilares que tienen que soportar el peso de los edificios más altos y pesados. Puede que aún veamos natural que así ocurra, que los hijos acudan a sus padres en medio de tanta necesidad, que los hermanos se socorran unos a otros en la medida de sus posibilidades, pero eso sólo es el fruto natural del sentido de la fraternidad y de la solidaridad propios de quienes comparten el ser miembros de una familia.

También está ayudando la protección social que hay establecida y otros piensan que la economía sumergida es cada vez más importante y es lo que está aguantando el tirón.

Palabra de Dios

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a., 37- 43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
Hermanos: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1 4.
Hermanos :
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 1 9.
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 25

Adán y Eva expulsados del paraíso

P: Me agradó mucho el otro día cuando me hablaste del Protoevangelio. Es un signo muy significativo de que Dios no nos deja ni nos abandona, a pesar de nuestros olvidos y nuestras rebeldías. Me gustaría que hoy me hables de la expulsión del hombre del jardín del Edén.

R: Como siempre lo primero es leer el texto bíblico, que dice así: Y lo echó Yahvé Dios del jardín del Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado. Tras expulsar al hombre puso delante del jardín de Edén querubines y la llama de espada vibrante encendida, para guardar el camino del árbol de la vida. (Gn. 3,23-24).

P: Aunque no sea muy importante, ¿me puedes explicar eso de los querubines?.

R: Pues mira: Los querubines eran unos seres mitológicos babilónicos, mitad hombre y mitad animal, que tenían por misión guardar las puertas de los templos. Ver Ex.25,18. Pero sigamos con nuestro texto. La expulsión del paraíso expresa que se ha roto, de manera irremediable, la relación entre Dios y el hombre. El hombre sale del jardín de la intimidad de Dios.

P: Supongo que esto llenaría de tristeza al hombre, a la pareja humana.

R: Así lo creo yo. Echarían de menos aquel oír los pasos de Dios, que todas las tardes bajaba al jardín para estar y hablar con ellos, como un amigo, como un creador cercano, como un Padre. Ahora, sin embargo, el hombre llega a considerar a Dios como su rival. Las llameantes espadas de los querubines subrayan esta fractura: El pecador es un separado de Dios.

P: Menos mal que Dios nos envió a su Hijo, con quien nos devuelve la VIDA y nos recupera el ser hijos de Dios. Y ¿qué pasa con la relación entre Adán y Eva?

R: Lo vimos ya en las consecuencias del pecado: cómo el hombre echaba la culpa a la mujer, de la que dijo: “esta sí que es huesos de mis huesos y carne de mi carne”, ahora, sin embargo, la culpabiliza de lo que él mismo había hecho: “la mujer que me diste por compañera me alargó el fruto y comí”. Igual pasó con toda la naturaleza.

P: Total: que todo quedó trastornado, como está ahora ¿no es así?

R: Exactamente. El arrastrarse de la serpiente, el parto doloroso, el sometimiento de la mujer al varón, lo duro del trabajo y la muerte son fenómenos propios de la naturaleza.

P: Al ver cómo, en nuestros días, tenemos la impresión de que Dios cuenta bastante poco; que los ruidos de nuestros deseos ardientes de bienestar, de felicidad, de poder, de gloria, de autosuficiencia, impiden que “oigamos los pasos de Dios”, al ver el poco aprecio de la vida, los odios, las guerras…

R: no sigas, pues tendremos más ocasiones para hablar de esto. Lo bueno, y lo esperanzador es que DIOS SIGUE CON NOSOTROS y nos ha dejado la misión de restablecer el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz.

P: Es decir: ir rehaciendo el paraíso perdido.

R: Exacto y ADELANTE.

Ve y lo cuentas

JÉRÔME LEJEUNE

(Montrouge, París, 1926 - 3 de abril de 1994), médico genetista francés. Católico defensor de la vida y padre de la genética moderna A los 33 años de edad, en 1959, publicó su descubrimiento sobre la causa del síndrome de Down. Se esperaba que recibiera el Premio Nobel, pero en 1970 se opone firmemente al proyecto de ley de aborto eugenésico de Francia. Esto causa que caiga en "desgracia" ante el mundo. Prefirió mantenerse en gracia ante la verdad y ante Dios: matar a un niño por estar enfermo es un asesinato. Siempre utilizó argumentos racionales fundamentados en la ciencia. Fue acusado de querer imponer su fe católica en el ámbito de la ciencia. Le cortaron los fondos para sus investigaciones. De repente se convirtió en un paria.
Juan Pablo II reconoció la excelencia del Dr. LeJeune nombrándolo Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el 26 de febrero de 1994. Muere el 3 de abril del mismo año, un Domingo de Pascua como el de hoy. Durante la Jornada Mundial de la Juventud de París en agosto de 1997, Juan Pablo II visitó la tumba de su amigo, a pesar de la enérgica protesta de los grupos abortistas franceses. Era un reconocimiento a este hombre, defensor de la vida de los más débiles, de los que no tienen voz: los niños todavía no nacidos.

En la XIII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, el 25 de Febrero del 2007, se anunció la apertura de la causa de beatificación del Profesor Jerome Le Jeune.

Lo que no vende

Hace ya muchos años en Semana Santa todo estaba envuelto en un ambiente de luto. Todo eso ya pasó y ahora la Semana Santa, para la sociedad en la que vivimos, es fundamentalmente el momento de la explosión de la primavera, y se celebra con unas vacaciones tan o más ansiadas que las del verano, para estar y salir con los amigos, viajar, etc.

Y todo esto también está muy bien, pero no podemos negar que hace difícil para los que nos sentimos cristianos el vivir con intensidad una semana en la que conmemoramos nada menos que la pasión y muerte del Señor y su resurrección. Sin embargo, la Pascua nos da una oportunidad de resarcirnos, porque tenemos, no una semana, sino nada menos que cincuenta días por delante para que se nos note que estamos inmensamente felices ante el acontecimiento más grande de la historia de la humanidad, como fue la resurrección del Señor.

¿Vamos a ser capaces o resultará que con la vuelta al trabajo y a la rutina volveremos a agachar la cabeza y nos olvidaremos de esa inmensa alegría que deberíamos sentir?