La Cabria, nº 133


HOJA PARROQUIAL DE SAN JOSÉ
DE LINARES
DOM. 5º Cuaresma A
10 ABRIL 2011
Año -II- Nº 133

EDITORIAL

¡INDIGNAOS!

¡Indignaos!” es el título de un reciente librito que está siendo éxito de ventas en las últimas semanas. Se trata de un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica escrito por Stéphane Hessel, un veterano que formó parte de la resistencia francesa contra la invasión nazi en la 2ª Guerra Mundial y que, tras ella, participó como redactor en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Lo cierto es que este breve manifiesto, dirigido en especial a los jóvenes, recuerda la tradición bíblica de los profetas que denuncian en diversos momentos históricos la injusticia del mundo. Y nos parece de una actualidad rabiosa la necesidad de indignarse ante la deriva del mundo en que vivimos. Asistimos impávidos a los “brotes verdes” de la mayor crisis que ha padecido nuestra civilización (o eso nos dijeron) y al final de la misma, los pobres son aún más pobres y los ricos aún más ricos; es más, aquellos que la causaron son los mismos que ahora nos advierten de qué tenemos que hacer y qué no, son los que promueven “medidas de austeridad” que, curiosamente, no afectan a la oscuras conjuras de los sistemas financieros que causaron la crisis, sino a parados, jubilados o trabajadores en precario. ¿No es para indignarse? Y se pretende que todo siga igual. Pero lo cierto es que como cristianos tenemos que pasar de esa indignación necesaria a la insurrección pacífica gritando que sí, que otro mundo es posible, que la doctrina social de la Iglesia está repleta de esas llamadas a vivir de otra manera.

Y a propósito de llamadas de la Iglesia en este sentido, aplaudimos desde esta editorial el manifiesto ante la actual situación económica y laboral redactado por los sacerdotes del Arciprestazgo el pasado 4 de marzo y la editorial de Noticias Obreras (abril 2011). Podéis encontrar ambos documentos en http://arciprestazgodelinares.blogspot.com/


PALABRA DE DIOS

Lectura del profeta Ezequiel 37,12 14
Así dice el Señor: "Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago." Oráculo del Señor.

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 8,8 11
Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Lectura del santo evangelio según S. Juan 11,1 45
En aquel tiempo las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea."
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Jesús, [viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,] sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Donde lo habéis enterrado?" Le contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quitad la losa." Marta, la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado." Y dicho esto, gritó con voz potente: "Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo y dejadlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.


DIÁLOGOS DESDE EL EVANGELIO

N: Mi querido Maestro Jesús: Me encanta ver cómo cultivas la amistad. “Tu amigo Lázaro”, dicen sus hermanas, está enfermo”.

+Jesús: Es que la amistad es algo sagrado, pues está por medio el amor. Para mí la casa de Lázaro, Marta y María, en Betania, era como mi propia casa. Me sentía a gusto y feliz con ellos. Allí comía y descansaba muchas veces.

N: Tu discípulo amado, Juan, nos dice que Tú amabas a Marta, a su hermana María y a Lázaro. Mi casa, Señor, es también tu casa. 

+Jesús: Y es verdad. Pero, además, yo me sentía querido por ellos. Todos nos alegrábamos cuando estábamos juntos. Donde hay verdadera amistad, se vive la alegría, la confianza, la sencillez, la paz. Y también se comparte el sufrimiento. Entre los amigos, que se quieren está nuestro Padre, Dios.

N: Tardaste cuatro días en ir a Betania, el tiempo que Lázaro se encontraba ya muerto en el sepulcro.

+Jesús: Sí; es que “era preciso que se manifestara la gloria de Dios”. Me conmoví al ver a Marta que venía corriendo y nerviosa, hasta el punto que, antes de llegar, me dijo que si yo hubiese estado allí no hubiera muerto su hermano.

N: Y nos dejaste, querido Jesús, otra manifestación de tu identidad: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Y Marta te llamó el “Mesías”; el “Hijo de Dios” que tenía que venir al mundo.

+Jesús: La verdad es que los tres hermanos tenían una confianza (fe) plena en mí. Por eso resucité a Lázaro.

N: Y te hicieron llorar. Te conmoviste, entrañable amigo Jesús, al ver llorar a Marta y a muchos de los que la acompañaban. También tú te echaste a llorar, hasta el punto que algunos dijeron: "¡Cómo lo quería!" ¡¡¡Dios llorando!!!

+Jesús: Amigo querido: no pude aguantarme. Mi corazón es de carne y se conmueve, en medio de la alegría y de la tristeza de los amigos.

N: Mi Señor, Jesús: modela mi corazón al estilo del tuyo. Multiplica los auténticos amigos en nuestro mundo.
Aumenta en mí y en todos la fe en la resurrección. Que resuenen tus palabras: YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA


VE Y LO CUENTAS

El próximo viernes tenemos prevista una celebración comunitaria del perdón. Fijaos que lo llamamos así, “celebración del perdón”. Sin embargo, ¡qué lejos está esta expresión de la imagen que se tiene de este sacramento! Por alguna razón, se tiene una imagen bastante negativa y distorsionada de él. Se piensa que es un mal trago tener que ponerse delante del cura, lo conozcas o no, y contarle todas tus miserias. Por si fuera poco, entendemos la penitencia como un castigo, de tal manera que mediríamos lo “malos” que hemos sido en función de lo “gorda” que sea la penitencia. ¡Qué triste encuentro con el Señor sería ese! Nosotros, por supuesto, lo entendemos de una forma bien distinta. Se trata del sacramento del perdón o de la reconciliación. ¿Hay algo que proporcione más bienestar interior que pedir perdón y sentirse perdonado? Pues nuestro buen Dios nos regaló la oportunidad de recibir ese perdón tantas veces como queramos, y lo tenemos al alcance de nuestra mano. Se trata de acercarte con humildad al Señor, reconocer cuán limitados e imperfectos somos y recibir el abrazo entrañable del Padre que nos dice: “anda, vete en paz, y en adelante no peques más”.


LO QUE NO VENDE

El niño pakistaní Iqbal Masih, católico, tenía 4 años cuando su padre le vendió a una fábrica de alfombras de Punjab (Pakistán) porque necesitaba un préstamo para pagar la boda del hijo mayor. 

Para saldar la deuda trabajaba 12 horas al día. A los 10 años Iqbal asistió a un mitin sobre derechos humanos y su vida cambió radicalmente. Consiguió la libertad a través de una campaña del Frente de Liberación del Trabajo Forzado y se convirtió en un activo luchador contra el trabajo cautivo. 

Su ejemplo trascendió internacionalmente, siendo premiado en Estocolmo y Boston y dedicando el premio para abrir una escuela, manifestando en la colocación de la primera piedra su intención de hacerse abogado para continuar la lucha contra la esclavitud infantil. El 16 de abril de 1995 fue asesinado a la edad de 12 años por la mafia de la tapicería, después de múltiples amenazas por cerrar empresas en las que todos los trabajadores eran niños esclavos.

En memoria de Iqbal, símbolo de los 400 millones de niños esclavos de la actualidad, queremos reivindicar, junto al Movimiento Cultural Cristiano y Camino Juvenil Solidario, el 16 de Abril como Día Internacional contra la Esclavitud Infantil.



EN ESTA SEMANA

Viernes 15 de abril, 18.30 horas: celebración comunitaria del perdón.