LA CABRIA Nº 97

LA CABRIA
HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ DE LINARES
DOMINGO XVIII del T. O. -C-
1 de AGOSTO DE 2.010
Año –II- Nº 97





EDITORIAL


LOS CURAS.

Aprovechando que el nuestro está de vacaciones, voy a hablar un poco de ellos en relación a un comentario tantas veces dicho o escuchado:
“¡Vives como un cura!”
Y qué lejos de la realidad el sentido que le damos. El que no los conoce, se queda con aquello de: “una Misa al día y… a holgar”.
Es la consecuencia lógica de la ignorancia. Nuestra sociedad materialista incita al placer, al consumo, a moverse sólo por dinero y a tratar de ponerse cada uno por encima de los demás.
Un cura va contra corriente: se esfuerza durante muchos años en el estudio y la preparación, y cuando se ordena, es para ponerse… el último.
¡Tiene narices la cosa!
En el momento en que todos pensamos en obtener el premio a nuestro esfuerzo, en conseguir un puesto bien remunerado, prestigio social y profesional… van ellos y, por un sueldo de “subsistencia”, firman una jornada de veinticuatro horas
al servicio de los demás.
¡No están bien de la azotea!
Y todo para hacer presente a Jesús, viviendo su estilo de vida, en la comunidad que les encomiendan. Para difundir su mensaje de amor, y tratar de compartir la felicidad que ellos han experimentado en Él.
Y por eso, renuncian a todo lo que les pueda atar o retener, para permanecer libres y disponibles.
Pero, claro, son humanos y, por tanto, limitados. No pueden llegar a todo. Hay que entender que no podemos exigirles la perfección ó la exclusiva y prioritaria dedicación a nuestro problema.
Comprendido esto, seremos más justos con ellos.
Yo doy gracias a Dios por nuestros curas.


PALABRA DE DIOS


Lectura del libro del ECLESIASTÉS 1,2; 2,21-23

¡Vanidad de vanidades, dice Qohélet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, cien¬cia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave desgracia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?
De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los COLOSENSES 3,1-5.9-11
Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
No sigáis engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, has¬ta llegar a conocerlo.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y extranjeros, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos. Cristo Jesús: nos justifica la gracia y no la ley; la libertad queda libe¬rada de las pretensiones del yo; y el mayor acto de libertad es entre¬gar la vida para que otros tengan la vida del Resucitado.

Lectura del santo evangelio según san LUCAS 12,13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Él le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?
Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Que haré? No tengo donde almacenar la cosecha».
Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?»
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.


DIALOGOS DESDE EL EVANGELIO


N: Amigo Jesús: No me explico por qué te piden que intervengas en el reparto de la herencia de dos hermanos.

+Jesús: bueno, tiene alguna explicación y es que los Doctores de la Ley, a veces, asumían el papel de dar consejos en litigios de la vida corriente. Yo no quise intervenir en esto porque no me correspondía y, además, sabía que la mayor parte de las veces se escondían sentimientos de codicia.

N: Bien, querido Maestro. Por eso hablas de ese hombre que se deja llevar por la codicia.

+Jesús: Exactamente. La codicia, el afán desmesurado de acumular bienes de este mundo idiotiza al hombre, lo encierra en sí mismo, lo aísla hasta el punto de llevarlo al convencimiento de que solo existen él y sus bienes.

N: Ciertamente así es. Yo también noto ese deseo de tener, aunque sin llegar al hombre de la parábola. Y es que el corazón cree que la seguridad y la felicidad dependen de los bienes, y de ahí viene el deseo de acaparar riqueza. Aunque uno diga que se contenta con lo que tiene, ignora la reacción que tendría si, por ejemplo, le tocara fuerte la lotería.

+Jesús: El dinero es peligroso. ¡Cuántos hermanos están separados por el dichoso dinero! Lo peor es que muchas veces no hay proporción entre el valor de la parte de la herencia y la situación lamentable y bochornosa en que quedan atrapados

N: Querido Maestro: al ver el comportamiento del hombre de la parábola, pienso en nuestro mundo, dividido en el mundo de la abundancia y el doloroso mundo de la miseria. Miles de seres humanos, hermanos nuestros, que carecen de lo necesario para sobrevivir. Niños que viven en la calle y otros muchos que son explotados…Junto al mundo de la opulencia, el mundo del hambre. Y me pregunto: ¿No estaremos todos, en mayor o menor medida, actuando como pensaba el protagonista de la parábola? Ayúdanos, Señor, a no tumbarnos en el blando colchón de nuestro bienestar, sin hacer nada por los marginados. Mucho o poco, según nuestras posibilidades, pero que sepamos compartir.


VE Y LO CUENTAS


No hace mucho, tuve la ocasión de ver una película que hablaba de un sacerdote: “LA ÚLTIMA CIMA”. Un reportaje que nos acercaba a su vida y a su entorno, a su formación y su vocación, y a la influencia que su ministerio había dejado en familia, amigos, compañeros y alumnos.
Si te plantean previamente el argumento no parece ser muy atrayente. Pero, después de verla, me alegré enormemente de haber ido y agradecí el que me la hubiesen recomendado.
Por eso voy, lo cuento y animo a verla, aunque haya que superar los impedimentos del horario y la temperatura (18,30 y 40º) que no facilitan en absoluto la asistencia a muchas personas.
¿Casualidad?


LO QUE NO VENDE

¡Consiguieron la copa del mundo de fútbol! Y, -enmendando la plana a los políticos-, algo aún más importante: UNIR A UN PAIS BAJO LA MISMA BANDERA. ¡Enhorabuena!
Este equipo lo forma un grupo de amigos, sin “estrellas”. Cada uno dispuesto a dar lo mejor de sí mismo, sin regatear esfuerzos, por el objetivo común.
Hay respeto mutuo, trato cordial, responsabilidad, colaboración, ganas de trabajar…
¡Y así, da gusto!
La guinda la pone el saber estar, la educación y la discreción de un entrenador que, hecho su trabajo, busca con sencillez un segundo plano.
Todo lo que - por desgracia-, “no vende” entre nuestra clase política, ¡y así nos va!


FELIZ SEMANA

Estamos en época de vacaciones.
El Señor ha hecho su maleta y está dispuesto para acompañarte. Llévalo contigo