HOJA PARROQUIAL DE
S. JOSÉ DE LINARES
DOMINGO PENTECOSTÉS
15 de Mayo de 2016
Año -VIII- Nº 349
EDITORIAL
PENTECOSTÉS
Que la Pascua acabe con la celebración de Pentecostés puede compararse a las ferias que acaban con el castillo de fuegos artificiales. Y es que esta fiesta tan importante del calendario litúrgico es uno de los momentos más señalados en la vida de los creyentes.
Algunos pensamos que, durante años, un gran número de cristianos han prestado más atención a disquisiciones escatológicas sobre la naturaleza del Espíritu, sobre su papel como la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que a disfrutar de su presencia. Es algo así como si el que espera con ansia que llueva, cuando lo hace, prestara atención a si es debido al cambio de presión, a la altura de la borrasca, etc., pero se perdiera la oportunidad de empaparse, de saltar sobre los charcos, de salpicar como niños.
La fiesta del Espíritu es la fiesta de la presencia de Dios y se considera el inicio de la Iglesia en sí misma. No hay que más que pensar en la escena de los apóstoles, encerrados por el miedo a los judíos, hasta que la llegada del Espíritu los obliga a abrir las puertas y salir al mundo entero a anunciar el Reino. En la misma medida, nosotros también tenemos que llenarnos de ese Espíritu y salir de nuestro propio y personal encierro.
Hay otro aspecto importante de la celebración de Pentecostés: muchas veces hablamos del Espíritu EN MEDIO de nosotros, y es cierto que está EN MEDIO de nosotros. Pero también tenemos que recordar que el Espíritu está DENTRO de nosotros, en la medida que somos “templos del Espíritu Santo” (1 Corintios, 6:19). ¿Puede haber dignidad mayor? Si es así, ¿qué hacemos que no damos saltos de alegría? Como decía el propio San Pablo, “por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
PALABRA DE DIOS
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1‑11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: “¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua”.
Palabra de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13
Hermanos: Nadie puede decir: *Jesús es Señor+, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: *Paz a vosotros.+
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: *Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.+
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: *Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.+
Palabra del Señor
ECOS DEL PAPA FRANCISCO
EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA
Esta misma llamada que hace a tener cuidado para no caer en la tentación de entrar en la dinámica de la corrupción la amplía para todos aquellos que la promueven y colaboran pues los hace colaboradores de la destrucción de la humanidad:
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
Para el Papa la corrupción es una actitud de muerte que enfrenta al hombre con Dios:
La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. Corruptio optimi pessima, (lo más grande de lo peor) decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentación. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia.
PRESENCIA DE LA IGLESIA
La ya conocida campaña de la Iglesia para recordarnos nuestro derecho a señalar a la Iglesia como institución que gestione parte de nuestros impuestos supone, además, una magnífica oportunidad de poner en valor parte de su trabajo en medio de la sociedad.
Pero, campañas publicitarias aparte, cualquiera que no tenga una visión sesgada de la realidad y no esté cargado de prejuicios, debería reconocer que es ingente la labor que hacen millones de personas vinculadas a la Iglesia allí donde más se les necesita, allí donde nadie más quiere estar.
Por poner un ejemplo, aunque podríamos poner otros muchos, hace poco, el Día de la Cruz, compartimos una jornada en familia con unos amigos que están haciendo una preciosa labor de voluntariado en una residencia de mayores. Los abuelillos que están allí tienen su atención sanitaria garantizada por buenos profesionales, como la ley exige, pero tienen algo más: el cariño y la compañía de personas que entienden que es su ministerio estar a su lado.
¡NO TE OLVIDES DE ECUADOR!
Antes de que la vorágine del telediario devore una tragedia más, tenemos la obligación de seguir acordándonos de nuestros hermanos de Ecuador que lo están pasando tan mal. El terremoto de hace unas semanas ha sido un mazazo que ha venido cuando ya estaban pasando bastantes penalidades debido al fenómeno de El Niño, con intensísimas lluvias que lo han convertido todo en un cenagal.
Nuestro querido amigo Antonio García publicó en Diario Jaén una espeluznante columna titulada “Sobre mojado” contando cómo están las personas con las que más han convivido en el Hogar de Belén. Y decía: Cuando les preguntamos qué podemos hacer, sin dudarlo nos contestan una y otra vez: “recen por nosotros, necesitamos sentir sus oraciones cerquita, que estén acá a nuestro lado.”
Aparte de rezar, ya sabéis que desde la Parroquia podemos echarles una mano en lo material a través de las personas que se están encargando de recoger fondos para enviárselos.