La Cabria, nº 331


HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
EL BAUTISMO DEL SEÑOR 
10 de Enero de 2016 
Año -VIII- Nº 331 

EDITORIAL 

TRADICIÓN

En el rescoldo de la festividad de la Sagrada Familia se han oído algunas loas a la familia “tradicional” que nos han hecho reflexionar acerca del significado de la “tradición” y de cómo esa palabra impregna muchos aspectos de nuestra vida en general, y de nuestra vida como creyentes en particular.

Por empezar por algún sitio, quizá deberíamos plantearnos si lo que nosotros, como católicos, debemos hacer es ensalzar la familia “tradicional” o más bien la familia cristiana, no sea que alguien no tenga clara la diferencia.

La Tradición en el seno de la Iglesia se entiende como la parte de la Palabra revelada por Dios que no pasó a ser escrita en la Biblia pero que sigue viva en ella, transmitida "desde los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, y el culto. Los apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos y, a través de éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo" (Catecismo de la Iglesia). 

Pero la tradición en la sociedad en general se refiere a las costumbres que se conservan en el tiempo, y de esas, aceptémoslo, las hay buenas, regulares y malas de solemnidad. Así que deberíamos tener mucho cuidado de no entender que debemos defender sin más determinadas tradiciones o valores “tradicionales”, si es que no están realmente sustentados en el Evangelio. 

Porque lo que no podemos aceptar es que un cristiano ponga como excusa la defensa de la tradición para no adaptar el mensaje del Evangelio a la realidad socio-cultural que le rodea, sino que, por el contrario, debe acoger lo mejor de este mundo actual para seguir transmitiendo en él el mensaje del Cristo, ese que precisamente la Tradición (con mayúsculas) ha mantenido vivo entre nosotros más de dos mil años.

Palabra de Dios

Lectura del libro de Isaías 42, 1‑4. 6‑7

Así dice el Señor:

*Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano,

te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.+ 
 
Palabra de Dios

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34‑38

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

-“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 15‑16. 21‑22

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

-“Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.”

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:

*Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.+ 
 
Palabra del Señor

ECOS DEL PAPA FRANCISCO

EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA

12. La Iglesia tiene que “hacer suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno… Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre. La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.”

LAICIDAD POSITIVA

Laicidad positiva” es el título de un artículo firmado por José Miguel Núñez en su blog “Vivir de otra manera” de la revista “21 la revista cristiana de hoy” y que hemos leído recientemente. El autor recuerda que esa expresión fue originalmente acuñada en 2008 por el entonces presidente de Francia, Sarkozy, ante el Papa Benedicto XVI, para referirse a la “consideración positiva hacia la religión como portadora de humanidad en una cultura plural, democrática y libre”.

Hoy vivimos inmersos en un concepto de laicidad totalmente excluyente, cuando no utilizado para la atacar y ofender a quienes profesamos nuestra fé en un ejercicio de libertad recogido y amparado por nuestros derechos constitucionales. Muchas personas en general y no pocos políticos en particular no sólo han decidido renunciar de forma personal a toda su dimensión espiritual, sino que se sienten en la obligación, en aras de la laicidad, de eliminar toda manifestación pública de cualquier sentimiento religioso. Por el contrario, como concluye el autor en este artículo, “Hay espacio en nuestra cultura actual para la religión. A mi juicio, no hay razones filosóficamente plausibles para sostener un ateísmo beligerante. El viento de la cultura sopla en otra dirección. En sociedades complejas como la nuestra, libres, plurales y democráticas la laicidad positiva abre un espacio para la pregunta sobre Dios y para la espiritualidad. Para muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo es un descubrimiento vital que transforma la propia existencia. Y la razón, que se sabe más humilde, no se avergüenza de ello”.

UN HOMBRE PREGUNTA..., de Gloria Fuertes

 ¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha. 
De nada vale que te diga que vive en tu garganta. 
Que Dios está en las flores y en los granos, 
en los pájaros y en las llagas, 
en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua. 

Dios está en el mar y, a veces, en el templo; 
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa, 
en la madre que pare y en la garrapata, 
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca. 
Dios está en la mina y en la plaza. 

Es verdad que Dios está en todas partes, 
pero hay que verle, sin preguntar 
que dónde está, 
como si fuera mineral o planta. 
Quédate en silencio, 
mírate la cara. 
El misterio de que veas y sientas, ¿no basta? 
Pasa un niño cantando, 
tú le amas: 
ahí está Dios. 

Le tienes en la lengua cuando cantas, 
en la voz cuando blasfemas, 
y cuando preguntas que dónde está, 
esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga. 
En los ojos le tienes cuando ríes, 
en las venas cuando amas. 

Ahí está Dios, en ti; 
pero tienes que verle tú. 
De nada vale quién te le señale, 
quien te diga que está en la ermita, de nada. 

Has de sentirle tú, 
trepando, arañando, limpiando, 
las paredes de tu casa. 
De nada vale que te diga 
que está en las manos de todo el que trabaja; 
que se va de las manos del guerrero, 
aunque éste comulgue o practique cualquier religión, 
dogma o rama. 

Huye de las manos del que reza, y no ama; 
del que va a misa, y no enciende a los pobres 
una vela de esperanza. 
Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada, 
en el Hospital, y en la casa enrejada. 

Dios está en eso tan sin nombre que te sucede 
cuando algo te encanta. 
Pero, de nada vale que te diga 
que Dios está en cada ser que pasa. 

Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas, 
si te inquieta la vida del que sube y no baja, 
si te olvidas de ti y de aquéllos, y te empeñas en nada, 
si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña, 
si amaneces un día silbando a la mañana 
y sonríes a todos y a todos das las gracias, 
Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.

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