La Cabria, nº 268



HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
DOM. PENTECOSTÉS –A- 
8-Junio 2014 
Año VI- Nº 268

Editorial

“PARALIZADOS Y MUDOS”

Después de vivir la Ascensión del Señor, los apósteles se quedaron plantados, inmóviles, traspasados por los acontecimientos, paralizados, mudos. Tenían clara la grandeza del Señor, se habían sentido otra vez acompañados, guiados, tutelados por Cristo resucitado pero ahora con su marcha definitiva..., les había dicho que no los dejaría solos, que siempre estaría con ellos pero no entendían muy bien todo lo que estaba ocurriendo ni se sentían con fuerzas para cumplir la misión encomendada.

La venida del Espíritu Santo supuso la fuerza arrolladora que les faltaba. Sintieron que lo que tenían dentro no podían callarlo más, que lo que habían visto y oído tenían que contarlo, que comunicarlo al mundo. El miedo desapareció. Y comenzó la misión evangelizadora de la Iglesia. El Espíritu actuó y de qué manera, porque consiguió que un pequeño grupo de hombres y mujeres sencillos y humildes fuesen capaces de extender el mensaje de Cristo por todo el mundo y hasta nuestros días.

Actualmente, nosotros en nuestro mundo acomodado estamos como los discípulos después de la Ascensión del Señor, a gusto porque conocemos el mensaje de Jesús, acomodados y tranquilos en nuestras prácticas religiosas cotidianas pero mudos, aturdidos y paralizados porque la sociedad en la que vivimos nos desborda, a veces nos escandaliza y con frecuencia nos da miedo. La mayoría de los católicos del mundo desarrollado estamos plantados en la inacción y en el silencio.

Necesitamos vivir en profundidad la fiesta de Pentecotés, llenarnos del Espíritu y dejarle actuar para perder el miedo y salir de nuestro mutismo, para cumplir con la misión que nos dejó Jesús “Id y evangelizar”. Que el Espíritu Santo nos de la fortaleza, la sabiduría, la valentía que necesitamos para realizarla.

Palabra de Dios

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:

—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Palabra de Dios

Lectura de la 1ª carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13

Hermanos:

Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Palabra del Señor

Vivir en la Iglesia

Vivir en conflicto XXIX

La táctica parece que no ha cambiado: el alboroto lo meten ellos y luego culpan al pueblo de estar rompiendo el orden, con lo que tienen un argumento para actuar; la mentira y el engaño han sido siempre el arma que han utilizado los políticos y los poderosos, para mantener sus posiciones de poder y no comprometerse con la justicia.

“Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras. Los testigos habían dejado sus ropas a los pies de un joven llamado Saulo.

Mientras era apedreado, Esteban oraba así: “Señor Jesús, recibe mi espíritu.” Después se arrodilló y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” Y dicho esto, se durmió en el Señor”. (Hch. 7, 57-60)

No lo olvidemos: en este momento, Pablo pertenece a la “casta” de los acomodados del régimen y se siente agredido con las ideas nuevas que han empezado a circular entre los pobres; su reacción es la misma que tienen los poderosos: intenta hacer desaparecer a todos los cabecillas del grupo:

“Saulo estaba allí y aprobaba el asesinato. Este fue el comienzo de una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.

Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron un gran duelo por él. Mientras tanto Saulo trataba de destruir a la Iglesia. Entraba casa por casa, hacía salir a hombres y mujeres y los metía en la cárcel. (Hch. 8,1-3)

“Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén… (Hch. 9,1-2)

Hasta que le llega el momento en que Pablo se da cuenta que por lo que lucha no es por la verdad, sino por unos intereses concretos y se está oponiendo frontalmente a la verdad y a la justicia. Dios le hace bajarse del pedestal en el que se había subido injustamente y Pablo cambia radicalmente su vida y cuando empieza a hablar a favor de Jesucristo, de la verdad, los suyos se le revuelven en contra y lo persiguen:

“Saulo se mostraba cada vez más fuerte cuando demostraba que Jesús era el Mesías, y refutaba todas las objeciones de los judíos de Damasco.

Después de bastante tiempo los judíos decidieron matarlo, pero Saulo llegó a conocer su plan. Día y noche eran vigiladas las puertas de la ciudad para poder matarlo. Entonces sus discípulos lo tomaron una noche y lo bajaron desde lo alto de la muralla metido en un canasto… Hablaba a los helenistas y discutía con ellos, pero planearon matarle. Los hermanos se enteraron y lo llevaron a Cesárea y desde allí lo enviaron a Tarso. (Hch. 9, 22-25. 29-30)

Ve y lo cuentas

Este domingo, 8 de junio, también celebramos el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, es decir, de todos nosotros, los bautizados, como misioneros y evangelizadores. En expresión del Papa Francisco debemos ser EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU que quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo que anuncian la Buena Noticia no solo con palabras sino con una vida que ha sido transformada, transfigurada por la presencia de Dios.

Estos evangelizadores con Espíritu somos los laicos de nuestra diócesis, de nuestra parroquia que a través de nuestra entrega generosa y comprometida mostramos la fuerza misionera de la Iglesia. Pero nuestra labor no está exenta de dificultades

Es cierto que ha crecido la conciencia de identidad y la misión del laico en la iglesia. pero como recuerda el Papa Francisco esta toma de conciencia es todavía desigual y, en muchas ocasiones, deficiente, en nuestras diócesis, en nuestras parroquias, en nuestros movimientos y asociaciones. El papa denuncia la falta de formación de nuestros seglares, su falta de implicación en la evangelización y en la transformación de la realidad social y en la toma de conciencia respecto a la responsabilidad laical que surge del bautismo.

Por eso pedimos al Espíritu Santo en la solemnidad de de Pentecostés, que nos dé la fortaleza, sabiduría, creatividad y audacia necesarias que nos lleve a encontrar caminos para anunciar el Evangelio al hombre de hoy.

(Extracto de mensaje de los Obispo por el día de la Acción Católica y Del Apostolado Seglar)

En esta semana

En el día de Pentecostés, tenemos que estar agradecidos al Espíritu Santo por la abundancia de dones con que ha bendecido a nuestra parroquia. Somos una pequeña comunidad, pobre y humilde pero muy rica en humanidad. Dejemos actuar al Espíritu y pongamos nuestros dones al servicio de la Iglesia, todos tenemos cabida, nadie sobra, todos somos necesarios e imprescindibles para que al igual que los primeros cristianos seamos antorcha que ilumine nuestro barrio con la luz del Evangelio.