HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ
DE LINARES
DOM. 4º de Pascua-C
21-abril 2013 Año V- Nº 220
Editorial
SANTOS EN LA SOMBRA
Es muy conocido un antiguo dicho: “Tras un gran hombre, siempre hay una gran mujer”, significando que una buena parte de los logros del primero se deben a la compañera que le apoya en la intimidad. Del mismo modo, podríamos aplicarlo a los Santos que han logrado el reconocimiento oficial de la Iglesia, ¿quiénes estaban detrás?
Para que alguien pueda emplearse a fondo, con toda su inteligencia y dedicación a un proyecto, necesita que al menos haya otros que trabajen en la intendencia, en la sombra, para suministrar el sustento y realizar las tareas básicas imprescindibles para la vida; o sea, personas dispuestas a servir con sencillez y humildad, que se ponen a disposición del otro. Un papel que a lo largo de la historia han desempeñado algunos hombres y muchas mujeres que, relegando aspiraciones propias, se dedicaron y se dedican en la Iglesia y en el hogar –incluso después de una jornada laboral- a ponerse al servicio incondicional de su familia natural y de su familia en la fe. Y esto se parece mucho a lo que dijo Jesús cuando Santiago y Juan pedían los primeros puestos: “El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos”.
En este tiempo de júbilo pascual les rendimos un homenaje de gratitud y reconocimiento a todos esos santos anónimos que sostienen a nuestra Iglesia, incluyendo especialmente a aquellos que gastan su vida en la atención de los más débiles. Son una parte importante de su núcleo, su gran fuerza y el mejor ejemplo que podemos ofrecer, frente a los signos de ostentación o la búsqueda del poder que se dan en algunos ámbitos y que corresponden a conductas humanas contrarias a la esencia del Evangelio, porque dan una imagen equívoca de la Iglesia y no se ajustan al proyecto de Jesús, que es el que nos obliga a todos los cristianos.
Palabra de Dios
Lectura de los Hechos de los Apóstoles. 13,14.43-52
En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a favor de Dios. El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: -Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: «Yo te haré luz de los gentiles, para que seas la salvación hasta el extremo de la tierra».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron mucho y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna, creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguídas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Lectura del libro del Apocalipsis. 7,9.14b-17.
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: -Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.
Lectura del santo Evangelio según San Juan. 10,27-30.
En aquel tiempo, dijo Jesús: -Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.
Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 69
Sodoma y Gomorra
Abraham: Los hombres que estuvieron en mi casa se dirigieron hacia Sodoma. Yo estaba todavía delante del Señor.
Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: He leído en Gn.19 todo lo concerniente al degenerado e inaceptable comportamiento de los habitantes de Sodoma. Ya me habías dicho que el Señor te había comunicado que "las quejas contra Sodoma y Gomorra eran muy grandes, y su pecado, muy grave". (Gn. 18,20.).
Abraham: Cierto. El Señor estaba muy dolido, ya que los sodomitas habían intentado abusar de los hombres (ángeles los llama el texto bíblico) que, con tanta alegría y cuidado, había alojado en su casa mi sobrino Lot.
Christian: Con mucha atención he leído cómo, al llegar, por la tarde, los que habían estado en tu tienda, Lot les rogó con mucha insistencia, que se quedaran en su casa aquella noche. Asintieron, les preparó la comida y, llegada la noche, se acostaron. (Leer Gn. 19).
Abraham: Amigo entrañable: Yo también me conmuevo cuando recuerdo con qué pena y rabia me contó mi sobrino lo que pretendían los sodomitas: cómo rodearon la casa desde el mozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción; llamaron a voces a Lot y le dijeron: "Saca a los hombres para que abusemos de ellos".
Christian: Y, claro, Lot se negó y les rogó, por favor, una y mil veces, que no hicieran tal maldad.
Abraham: Mi sobrino hizo más: les ofreció a sus dos hijas que aún no habían conocido varón, con la petición de que a aquellos hombres no les hicieran nada. Y forcejearon con Lot, de tal modo que estaban a punto de romper la puerta.
Christian: Pero los hombres (nos dice el texto), alargaron las manos, tiraron de Lot hacia adentro de la casa, cerraron la puerta, y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron deslumbrados desde el chico hasta el grande, y mal se vieron para encontrar la entrada.
Abraham: Y aquellos hombres (ángeles) dijeron a mi sobrino Lot: "Saca de este lugar a tus hijos e hijas y a quienquiera que tengas en la ciudad, porque vamos a destruir este lugar".
Y como Lot se remoloneaba, los hombres le asieron de la mano lo mismo que a su mujer y a sus dos hijas (por compasión de Yahveh hacia él), y sacándole los dejaron fuera de la ciudad.
Christian: Hay que ver cómo es Dios. Se compadece de Lot y de su familia hasta el punto de salvarlos de la muerte segura, pero seguiremos el próximo día.
Agradecimiento
Ya han colaborado en otras ocasiones con nosotros. Son una familia cristiana linarense, afincada en Jaén, que nos honra con su fraternal amistad.
Él, Juan, dedica su tiempo de ocio a la pintura al óleo de paisajes, por lo que, abusando de su amabilidad, le propusimos que nos donara un lienzo para rifar; pero después se lo pusimos más difícil, y le concretamos nuestra petición en un retrato (algo fuera de su línea) de nuestro paisano san Pedro Poveda para nuestro templo. Como se comprometió a intentarlo, le dimos una estampa. Tal como esperábamos, consiguió terminarlo con la pulcritud y fidelidad de su sello personal, y colmó nuestras expectativas.
Después ella, Juana, quiso redondear el regalo ofreciéndose a pagar el marco que teníamos elegido. No abunda la gente generosa que disfruta practicando la gratuidad y la ayuda desinteresada, por eso queremos dejar constancia en nuestra hoja, uniendo a nuestro cariño y admiración, la gratitud y el reconocimiento de toda la comunidad de san José por su aportación. ¡Gracias, amigos!
Una Iglesia pobre
Hemos oído en boca de nuestro Papa Francisco, una frase que expresa al mismo tiempo un profundo deseo y todo un programa para su papado: “Quiero una Iglesia pobre y para los pobres”.
Una Iglesia pobre, que sea reflejo de la primera bienaventuranza, que se mantenga libre frente a todas las tentaciones del mal, que dé un testimonio fiel del Evangelio y que sólo aspire a ponerse al servicio de los más desfavorecidos. Tal vez tengamos que ir pensando, más pronto que tarde, en ir soltando el lastre acumulado y en aflojar los nudos que nos tienen más sujetos de la cuenta a las cosas, para poder seguir con prontitud al pastor que nos anima a seguirle. El camino es más fácil cuando se recorre con el equipaje imprescindible.