La Cabria, nº 214

HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
DOM. 4º Cuaresma. C 
10-marzo.2013 Año V- Nº 214

Editorial

LA TENTACIÓN DE LA HUIDA

La tentación se presenta con forma de “derecho” y, si no somos capaces de desenmascararla, caemos en ella porque nos resulta fácil justificarla: “tengo derecho a ser feliz”, “si otros lo hacen por qué yo no”, “por qué voy a ser yo menos...”, “yo ya he hecho todo lo que podía...”, “no merece la pena, no voy a conseguir nada...”. 

Analicemos ahora la tentación de la huida. Jesús, antes de su Pasión, se fue a orar al Monte de los Olivos para no caer en la tentación del abandono. Y hubiera estado hasta “bien justificado”: durante tres años había estado haciendo el bien, hablando del amor misericordioso del Padre, del Reino de Dios, y ¿qué estaba consiguiendo? La traición de un amigo, caer en manos de sus enemigos, la incomprensión de su Causa y el miedo atroz de sus seguidores. Estaba totalmente abatido, su dolor era tan grande que sudó sangre, porque la suya era una dolencia moral, que es mucho más anquilosante e incapacitante que la física. Y oró para que no se hiciese su voluntad sino la del Padre. 

Les pidió a sus amigos que oraran al Padre y velaran, porque el espíritu es fuerte pero la carne es débil, y la tentación del abandono apunta directamente a la parte más débil de nuestro ser. 

Y a lo largo de la historia del cristianismo se ha ido verificando una y otra vez. ¿Cuántas veces no hemos huido de la Iglesia, no la hemos abandonado justificándonos en la mala actuación de aquel cura o aquel cristiano “pio”? ¿Cuántas veces no hemos “echado la culpa” a la jerarquía de pecados que también han sido los nuestros? ¿Cuántas veces nos hemos justificado porque no conseguimos el resultado que esperamos o pensando que ya hacíamos bastante o…? En este tiempo cuaresmal oremos mucho, para que no caigamos en la tentación de la huida, para que pasemos de este mundo al Padre tras habernos enfrentado, sin sucumbir, a los demonios de la riqueza, la soberbia, el poder, la comodidad o el abandono, como lo hizo Jesús.

Palabra de Dios

Lectura del libro de Josué. 5,9a.10-12. 

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: -Hoy os he despojado del oprobio de Egipto. 

Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la pascua, ese mismo día comieron del fruto de la tierra: panes ácimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán. 

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios.5,17-2-1. 

Hermanos: El que es de Cristo es una creatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de reconciliar. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios. 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas. 15,1-3.11-32. 

En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: -Ese acoge a los pecadores y come con ellos. 

Jesús les dijo esta parábola: -Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: -Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. 

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: -¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros». Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. 

Su hijo le dijo: -Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: -Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud. El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: -Mira: en tantos anos como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: -Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 63

Más sobre Melquisedec 

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Querido amigo Abraham: ante la figura tan misteriosa y sugestiva de Melquisedec, te voy a rogar que me .digas algo más de él 

Abraham: Y lo hago con mucho gusto. Este encuentro me cogió de improviso. Yo no lo esperaba ni podía esperarlo porque no le conocía. 

Christian: Pero como estuvísteis hablando largo y tendido, estoy seguro de que tendrás cosas que decirme. 

Abraham: Me dijo que era Rey de una pequeña aldea que con el tiempo se llamará Jerusalén. Se trata de la Jerusalén que ha pasado a la historia y que se encuentra en una zona montañosa. 

Christian: Es entonces de la Jerusalén que todos conocemos, que, con su templo, era el centro de la vida religiosa, social y política del pueblo israelita. 

Abraham: Cierto, amigo Christian. Como dijimos el otro día, él me trajo pan y vino y yo le di el diezmo del botín que llevaba. (El diezmo es la parte de Dios). 

Christian: Entonces, amigo Abraham, si el diezmo es la parte de Dios, te consideraste inferior a Melquisedec. Además dicen que siempre el que bendice es superior al que recibe la bendición, y fue este personaje tan misterioso quien te bendijo. 

Abraham: La verdad es que yo ni pensé en eso. Al recibir la bendición, me llené de alegría y le di gracias a Dios. 

Christian: Con la cantidad de bendi-ciones que recibo y, lo digo como lo siento, muchas veces me quedo tan tranquilo; ni me alegro ni doy gracias a Dios. 

Abraham: Tienes que animarte y ver siempre caminos abiertos. 

Christian: Lo intentaré. Volviendo a nuestro personaje, te diré que Melqui-sedec, rey y sacerdote, aparece como un pagano, que ama a Dios como puede, y que es figura de Jesucristo, Rey de la verdadera Jerusalén y sacerdote eterno “según el orden de Melquisedec”.(Sal. 110,4).

Ve y lo cuentas

FRENTE A LA HUIDA: FE, AMOR Y FIDELIDAD 

Gracias a Dios, el Espíritu alienta a personas santas en la perseverancia en el amor a Cristo y al Iglesia: San Francisco de Asís, Santa Teresa, Santo Tomás Moro, y tantos y tantos santos conocidos y anónimos son un buen ejemplo de ello porque optaron por no abandonar, por no huir, por hacer lo mismo que hizo Jesús, aunque su contexto histórico, político y/o eclesial invitara a ello. 

Santo Tomás Moro es ejemplo de fidelidad a Dios y a la iglesia. Nació en Londres en 1477. Es patrono de los gobernantes y los políticos. Fue hombre de gran sabiduría, reformador, amigo de varios obispos. 

En 1516 escribió su famoso libro "Utopía". Atrajo la atención del rey Enrique VIII quién lo eligió para varios puestos importantes y nombrándolo canciller. En el culmen de su carrera Tomás renunció a esa situación privilegiada, cuando el rey Enrique persistió en repudiar a su esposa para casarse con Ana Bolena, para lo cual se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su autoridad. 

En 1534, con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad, que era lo civil, pero no aceptaba la usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad. Ambos pagaron el máximo precio. 

Sto. Tomás fue juzgado y condenado como traidor al decir a la corte que no podía ir en contra de su conciencia. Antes de ser decapitado (1535), dijo a la gente congregada que él moría como "buen servidor del rey, pero primero de Dios" Qué gran modelo es Santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados. Pidámosle que su valentía les (y nos) inspire para mantenernos firmes e íntegros en la Verdad.

Para reflexionar

"El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral" (Sto. Tomás Moro)