La Cabria, nº 211


HOJA PARROQUIAL DE S. JOSÉ 
DE LINARES 
DOM. 1º DE CUARESMA C 
17-Febr 2013 Año V- Nº 211

Editorial

CARTA ABIERTA

Nuestro párroco tiene la buena costumbre de hacernos partícipes de una reflexión personal de vez en cuando en el blog parroquial. 

Como el acontecimiento que estos días ocupa los medios de comunicación y, por supuesto, a la Iglesia entera, es la retirada de nuestro Pontífice, qué mejor tema para dedicarle una carta abierta, con su testimonio personal sobre las distintas perspectivas que ha tenido sobre él a lo largo de su trayectoria, y que provocaron sentimientos encontrados en función de las circunstancias. 

Primero fue la admiración hacia Joseph Ratzinger, cuando en su juventud estaba impactado por sus escritos, su pensamiento y sus testimonios y le seguía con entusiasmo. 

Después, sufría la decepción de sentirse frenado y poco comprendido, cuando trabajaba con ilusión en la Evangelización y en la formación de una Iglesia que nacía y crecía con fuerza en Latinoamérica, por la labor que aquél ejercía entonces bajo el papado de Juan Pablo II, lo que originó rechazo y prejuicios hacia él. 

Cuando fue nombrado Papa, confiesa que hizo desierto, y desde la oración, tuvo que replantearse su actitud hacia él. Siguiendo sus pasos día a día, valorando cada una de sus acciones, fue comprendiendo y reconociendo el valor de lo que hacía. Se le engrandeció su figura y fue creciendo por él la admiración y el respeto, que ha llegado a su cota máxima con el gesto de la renuncia. 

Recomendamos leer atentamente el documento, lleno de fuerza, de verdad, de confesión íntima. Podéis hacerlo en este enlace.

Palabra de Dios

Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt 26,4-10) 

Moisés habló al pueblo diciendo: el sacerdote recibirá la cesta de tus manos y la pondrá delante del altar del Señor, tu Dios. Tomarás de nuevo la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios: Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto. 

Allí se quedó con unas pocas personas más; pero pronto se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una cruel esclavitud. Pero nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, que escuchó nuestra plegaria, volvió su rostro hacia nuestra miseria, nuestros trabajos y nuestra opresión, nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo fuerte en medio de gran terror, prodigios y portentos, nos trajo hasta aquí y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Y ahora aquí traigo las primicias de los frutos de la tierra que el Señor me ha dado. Las dejarás delante del altar del Señor, tu Dios, y te postrarás en su presencia. 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romano: 10, 8-13 

Hermanos, la Escritura dice: La palabra está cerca de ti, en tu boca, en tu corazón, esto es, la palabra de la fe que proclamamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Con el corazón se cree para la justicia, y con la boca se confiesa la fe para la salvación. Pues dice la Escritura: Todo el que cree en él, no será defraudado. No hay distinción entre el judío y el griego, porque Jesús es el mismo Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. Por tanto, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas: Lc 4, 1-13 

En aquel tiempo Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán. El Espíritu Santo lo llevó al desierto, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo. Durante esos días no comió nada, y al final tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre». Luego el diablo lo llevó a un lugar alto, le mostró todos los reinos del mundo en un instante y le dijo: «Te daré todo este imperio y el esplendor de estos reinos, porque son míos y se los doy a quien quiero. Si te pones de rodillas y me adoras, todo será tuyo». Jesús respondió: «Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás». Entonces lo llevó a Jerusalén, lo subió al alero del templo y le dijo: «Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: Ordenará a sus ángeles que cuiden de ti, que te lleven en las manos para que no tropiece tu pie con ninguna piedra». Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Y acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta el tiempo oportuno.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 60

La unidad familiar vale más que todos los bienes. 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham, el día pasado me quedé admirado de la facilidad con que dejaste a tu sobrino Lot que eligiera todo el llano de la región baja del Jordán. 

Abraham: Para mi la unidad familiar, por el amor, es mucho más importante que las tierras fértiles. 

Christian: Es verdad, pero la dolorosa realidad es que frecuentemente nos encontramos con hermanos que no se hablan, sin que haya por medio la posesión de unas tierras tan fértiles y tan extensas como las de tu sobrino Lot. A veces solo se trata de un olivo, de un trocito de tierra o de algún objeto de no mucho valor. 

Abraham: Yo doy gracias a Dios, que ha hecho arraigar en mi corazón el amor a la familia y, en este caso concreto, a mi sobrino, que se había criado conmigo. 

Pero, además, Dios fue generoso conmigo cuando me dijo: "Levanta los ojos, y desde el lugar donde estás, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Gn.13, 14-15. 

Christian: Mi muy entrañable amigo Abraham: yo estoy desorientado porque si no tienes descendencia, ¿para qué quieres toda esa tierra? 

Abraham: Ya se lo he dicho a nuestro Dios, y por eso, Él me ha prometido darme una descendencia más numerosa que las arenas de la playa y que las estrellas del cielo

Christian: Y tú, como siempre, creyendo cuanto Dios te prometía. Recorriste el país de este a oeste, como te dijo el Señor; trasladaste tu campamento y te estableciste junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigiste un altar al Señor. 

Abraham: Seguiremos, amigo.

Adios al Papa

Aunque ha supuesto una sorpresa bastante general porque no era habitual en los últimos siglos, la decisión de Benedicto XVI es coherente y previsible, ya que había dejado constancia de su opinión en este sentido, ante una situación como la suya. 

Son muchos e importantes los retos a los que se ha enfrentado como representante de la Iglesia en este periodo, y su salud se había deteriorado mucho en los últimos años. Se movía con dificultad y, aunque su mente es privilegiada, las actividades que tenía programadas eran muy exigentes. 

Con muy buen criterio, se retira para facilitar el paso a otro que tome el testigo en la dirección pastoral de su pueblo. Un nuevo Papa que, aportando fuerzas e ilusiones nuevas, sea capaz de impulsar los proyectos en marcha y afrontar los problemas propios de su alta misión. Desde aquí le damos las gracias por sus muchos años de servicio, por el regalo de su obra, su testimonio y este ejemplo de humildad que nos deja en su despedida. Que Dios se lo premie.

Nuestro homenaje

Conocemos la importancia que para Benedicto XVI tenía la Nueva Evangelización, propuesta por su antecesor. 

Un homenaje de agradecimiento por su vida al servicio de la Iglesia, podría ser comprometernos en hacer cuanto esté en nuestras manos para que se haga realidad. 

Si todos unidos asumimos la propuesta, nos preparamos y ponemos lo mejor de cada uno en el empeño, sería como un gran regalo que le compensara de cuantos sinsabores y sufrimientos le han ido gastando en el desarrollo de su papado. Este tiempo de Cuaresma, que invita a la reflexión, puede ser un momento idóneo para tomar la decisión y ponernos manos a la obra.

En esta semana

Desde nuestra CABRIA queremos dar la enhorabuena al grupo de jóvenes que han sido capaces de inyectar un aliento de alegría a la comunidad, no solo porque el rostro de los jóvenes sea motivo de alegría, sino porque su presencia nos está diciendo que los jóvenes no han muerto.